Hay cosas que son invisibles para la sociedad. Y no hablo del COVID que parece que también muchas veces nos resistimos a entender, al menos, la realidad y el alcance del asunto. Me refiero a aquellas cosas donde la desigualdad se convierte en algo peor dando lugar a la injusticia. Parece que ya nos hemos olvidado del incendio que devoró el campo de refugiados de Moria hace unas semanas. Fuego apagado, problema solucionado. En Europa volvemos a cerrar los ojos ante este drama que viven millones de personas en el mundo.

¿Dónde ha quedado esa noticia? ¿Qué ha pasado con sus gentes? ¿Quién pone rostro a cada una de las personas que un día se vieron obligadas a renunciar a una vida?

Cada uno de ellos tiene una historia que contar. Salieron de sus países dejando amigos, trabajo, familia… Obligados a huir en busca de un futuro. La guerra, el hambre, la pobreza, la falta de oportunidades… Personas y lugares donde la pandemia y sus consecuencias también han llegado. Donde la desigualdad y la injusticia se hace dueña de la situación que viven. Donde la esperanza por una vida un poquito mejor de la que tenían, se desvanece.

Esta semana la Iglesia celebra la Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado centrada en el acompañamiento pastoral de los desplazados internos. Personas, también, que aunque no abandonen sus países de origen, si se ven obligados a trasladarse por las mismas causas que aquellos que si salen. Y hay un dato que llama la atención: los desplazados internos suman más de 41 millones de personas en el mundo.

Esta falta de oportunidades, la desigualdad que se produce, ¿nos hace ser diferentes? ¿Acaso, como personas, no deberíamos tener los mismos derechos? ¿No debemos trabajar unidos para crear una sociedad de oportunidades para todos?

Decía el Papa en su mensaje a la ONU que conocíamos esta misma tarde que de una crisis no se sale igual: salimos mejores o peores.

Esto me hace reflexionar. Los problemas de nuestro día a día, cuando no hay voluntad por todas las partes de buscar soluciones, fracasan. Los problemas unen, o desunen. Y en nosotros está la voluntad de querer hacer algo.

Tenemos que implicarnos en ello. Aprovechar este tiempo como una gran oportunidad. No sólo es necesario combatir el covid. Hay que trabajar unidos para eliminar desigualdades y reparar injusticias. Ese es el camino para salir de esta grave crisis que es la indiferencia.