Irene Pozo: "Acompañar el sufrimiento es toda una experiencia humana"

Después de unos días donde hemos disfrutado del buen tiempo que ha llegado a disparar incluso las alergias a niveles primaverales, ya tenemos encima a la borrasca Karlota dispuesta a provocar un fuerte temporal invernal, según los expertos. Ya no sabe uno si salir a la calle con el abrigo o en manga corta.

Lejos de la pura anécdota, es cierto que estos cambios un poco bruscos en un mes como es enero, hacen pensar en la crisis climática a la que es necesario dar respuesta. Cada año son más notables las consecuencias que traen las alteraciones que venimos sufriendo del clima. La escasez de agua, el cambio de temperaturas, los fenómenos metereológicos extremos, o los problemas de salud como las alergias, son algunas de esas consecuencias que no solo afectan a la naturaleza, si no que todo ello supone un fuerte impacto social, territorial y también económico.

Otro aspecto que provocan estos cambios son las alteraciones en nuestros estados de ánimo. Hablaba el Papa Francisco esta semana de la tristeza. Diferenciaba entre dos tipos: la que conduce al arrepentimiento, a la cercanía a Dios; y la que nos deja en un estado de abatimiento, que no nos deja ver la alegría, la que nace cuando se pierde la esperanza. A esta última el Papa la llamaba la ‘enfermedad del alma’.

El mundo de hoy es complejo. Uno de los grandes retos que debemos afrontar es el de cuidar la salud mental. Fíjate, España encabeza la lista de países que más ansiolíticos consumen, según el Informe Anual del Sistema Nacional de Salud de 2022, del Ministerio de Sanidad. Ahora que se acerca la Jornada del Enfermo, la Iglesia nos llama a ‘dar esperanza en la tristeza’. Desde su Pastoral de la Salud, invitan a la reflexión sobre un tema que es especialmente urgente de afrontar: el aumento de las personas que padecen sufrimiento psicológico y emocional.

Acompañar de forma integral ese sufrimiento que aparece tras el desánimo, la tristeza, o la pena… es toda una experiencia humana. Como decía Viktor Frankl, “la vida nunca se vuelve insoportable por las circunstancias, sino por la falta de significado y propósito”.

Como dice el refrán: al mal tiempo, buena cara. Y también un poquito de esperanza y alegría, que de eso los cristianos sabemos mucho.