Pilar Cisneros, desde el barranco del Poyo: "La pasarela está llena de velas y la lluvia las ha apagado todas menos una; es un reflejo de la esperanza"
La comunicadora arranca Herrera en COPE desde la rambla que se desbordó hace un año por la dana y lo hace en medio de un día lluvioso

Madrid - Publicado el - Actualizado
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Un año después de la terrorífica riada que marcó la historia de Paiporta, la localidad amanece con una intensa lluvia que parece encoger el alma, tal y como ha contado un reportero en el programa Herrera en COPE de este 29 de octubre. La jornada, cargada de recuerdos, se desarrolla en un escenario donde las heridas del pasado conviven con los signos de una lenta recuperación, especialmente visibles en la zona del barranco del pollo.
Una llama contra el viento y la lluvia
En la pasarela peatonal del puente viejo, la imagen es sobrecogedora. El camino está repleto de velas dispuestas en recuerdo de las víctimas de la riada. Sin embargo, en una mañana marcada por la lluvia y el viento, un detalle casi milagroso llama la atención: todas las velas están apagadas, excepto una.
Esa única llama que resiste a las inclemencias meteorológicas se ha convertido en un poderoso símbolo. Para los vecinos y para el periodista de COPE presente en el lugar, esta vela representa "un puntito de esperanza" y un reflejo de la recuperación de Paiporta, que poco a poco vuelve a la vida un año después de la catástrofe.
Las heridas que perduran
A pesar de los avances, las cicatrices de la tragedia continúan presentes. El lugar donde más se percibe el dolor es precisamente el barranco del pollo, descrito por el cronista como "una herida profunda en toda esta ciudad". Es el recordatorio físico y permanente de la fuerza destructiva del agua.
El barranco es una herida profunda en toda esta ciudad"
Herrera en COPE
No obstante, la vida se abre paso. Ese "golpe de esperanza" no solo se manifiesta en la vela encendida, sino también en las escenas cotidianas que devuelven la normalidad a la zona. La gente que pasa de un lado a otro del puente para ir al trabajo o el olor a pan recién hecho que emana de una panadería cercana son la prueba de que, pese a todo, Paiporta sigue adelante.
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