La inteligencia artificial está en boca de todos, ya sea porque quedamos sorprendidos al encontrarnos con ciertas imágenes de personales populares y que damos por ciertas aunque no lo son; porque nos hablan del ya famoso ChatGPT, que está siendo una auténtica revolución; o porque escuchamos o leemos alguna referencia sobre ella en los medios de comunicación.

Lo que está claro es que ha venido para quedarse, aunque también es verdad que se está pidiendo un cierto ‘parón’ en el desarrollo de esta tecnología ante la rapidez con la que se está expandiendo y utilizando.

Para conocerla en profundidad, para saber qué es realmente, sus riesgos y también sus beneficios, en ‘Herrera en COPE’ hablamos con la directora científica y cofundadora de la Fundación ELLIS de Alicante, Nuria Oliver.

¿Qué es la inteligencia artificial?

Como nos explica la científica, la inteligencia artificial “es una disciplina, igual que la Medicina es una disciplina o que el Derecho es una disciplina. Es una disciplina que existe desde los años 5 y tiene como objetivo inventar sistemas computacionales, es decir en los ordenadores, que tengan inteligencia tomando como referencia la inteligencia humana. Es decir, que tenga la capacidad de hacer tareas que serían tareas hasta ese momento naturales de que las hiciese un humano”

Los retos de la inteligencia artificial

Una de las cuestiones que más se plantean a la hora de hablar de la inteligencia artificial es la inquietud que genera a pesar de ser un instrumento a favor del ser humano, al tratarse de una “disciplina transversal que está transformando todos los ámbitos de la sociedad y que está contribuyendo a una nueva revolución industrial, la cuarta revolución industrial”, como comenta Oliver.

Por eso, al encontrarnos inmersos en esta revolución industrial hay que tener en cuenta los retos, además del ético, que lleva esta disciplina que es la inteligencia artificial y que nos enumera la científica.

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• El primero de esos retos es que “con inteligencia artificial podemos generar contenido no veraz, que parece veraz al ojo humano, al oído humano, al cerebro humano pero que en realidad es inventado”. En este sentido, apunta la científica que gracias a las redes sociales a Internet que “nos permite compartir este contenido con millones de personas, el impacto que puede tener en la formación de la opinión pública es muy grande”.
• Discriminación algorítmica: “el hecho de que los algoritmos de inteligencia artificial puedan no solamente replicar sino incluso exacerbar patrones de discriminación que hay en la sociedad porque al final son algoritmos que aprenden a partir de datos y si esos datos encapsulan de alguna manera los sesgos sociales pues los algoritmos replican esos sesgos.
• Falta de transparencia en aquellos sistemas como el ChatGPT, los generadores de imágenes o Siri que son “unas redes neuronales extremadamente complejas” y que como señala Oliver “debemos entender cómo funcionan”.
• Privacidad: “un gran reto” porque como explica “estos algoritmos necesitan cantidades ingentes de datos y en muchos casos se están utilizando datos privados para entrenarlos; o pueden inferir información personal sin el consentimiento de las personas”.