Le ceden el asiento en el Metro de Madrid y ella lo rechaza por este motivo: se lo llegó a 'espetar' a una joven en el vagón

Hay quienes pese a su edad, siguen sintiéndose jóvenes como en sus mejores años y este es el caso, sin ir más lejos de Lauri, una fósfora que llamó esta semana para contar cuándo se dio cuenta de que se había hecho mayor

Imagen de recurso del Metro de Madrid

Alamy Stock Photo

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Patricia Blázquez Serna

Publicado el

3 min lectura

Los años pasan por todos, lo queramos o no. En este caso, hay muchos indicadores que abren la puerta a esta posibilidad. Ya no hablamos solo de evidencias físicas, como crujidos en articulaciones que nunca antes habíamos escuchado, sino gestos cotidianos que indican que los años jóvenes están quedando atrás

Carpetas con papeles del médico para no olvidarlo, recordatorios cada vez más habituales... gestos que, simplemente, evidencian que los años más jóvenes han llegado a su fin.

Sin embargo, hay quienes pese a su edad, siguen sintiéndose jóvenes como en sus mejores años y este es el caso, sin ir más lejos de Lauri. 

Ella es una oyente de 'Herrera en COPE', que este martes llamó al equipo para contarles una experiencia que vivió en una ocasión en el Metro de Madrid. Lo hizo durante la hora de los Fósforos, quien contó a Alberto Herrera que pese a tener 76 años, ella no se siente mayor. "En mi cabeza y mi cuerpo no cabe que tengo esa edad", contó Lauri.

Todo esto surgió a raíz de la pregunta que hicimos a nuestros oyentes y es aquello que les hizo darse cuenta de que ya no eran jóvenes y que habían comenzado a hacerse mayores.  

no a sentarse en el metro

Lauri confesó al equipo que ella va en coche "a todos los sitios", salvo cuando viene su nieta de fuera y van a Madrid, que al parecer "le encanta". Cuando eso ocurre, van en metro "y la gente se empeña en dejarme el sitio". 

Imagen de recurso de un vagón del Metro de Madrid

Alamy Stock Photo

Imagen de recurso de un vagón del Metro de Madrid

"Señora, que yo estoy bien", dijo a Alberto Herrera. De hecho, contó que incluso en una ocasión tuvo que decirle a una joven: "De verdad, siéntate, que yo estoy bien", recordó. El único deseo de esta fósfora es "pasar desapercibida" y cree que parte de esto puede ser por las canas "yo no tengo canas porque las tenga, es que me las tiño; tengo el pelo blanco y todo el mundo me dice que me queda muy bien".

Un gesto, el de dejarse el pelo blanco, que podría llegar incluso a replantearse por el hecho de que la gente pueda confundirse con su verdadera edad

LAS HISTORIAS DE OTROS FÓSFOROS

No es la única historia que pudimos escuchar este martes. José Antonio, de Barcelona, contó que por las mañanas cuando se levanta, lo único de lo que tiene ganas de tomar café. Uno tras otro... y no se recupera. "Luego me monto en el coche y me duele la espalda. Y así estamos, y no hay manera... estoy todo el día tomando café", dijo.

Imagen de recurso de un café en un bar español

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Imagen de recurso de un café en un bar español

Rafael, por el otro lado, admitió que se dio cuenta de que ya es mayor "cuando llevas también las tarjetas del médico" y se convierten en las primeras que tienes en la cartera, porque llega a la conclusión de que es "la que más utilizo".

También escuchamos la historia de Santiago, quien había jugado al fútbol toda su vida. Cuando tenía 40 años, estaba esperando a su mujer y cerca había dos jóvenes jugando al lado. "Yo me creía Maradona, me llegó el balón a los pies y uno de los dos dice: "Oiga, señor, ¿nos echa el balón? Me vine abajo. En ese momento me di cuenta de que me había hecho mayor", admitió. 

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