Antonio: "Dejé el café porque me hice una limpieza dental y el café mancha, y me empezó a doler la cabeza al segundo día; hasta que no me tomé uno, no se me quitó"

El tramo de Herrera en COPE dirigido por Alberto Herrera ha vuelto a ser el escenario de un animado debate durante la sección de la Hora de los Fósforos. En esta ocasión, la pregunta lanzada por Andrés, un oyente, ha puesto en jaque a los colaboradores: ¿renunciar al café o a la cerveza? El dilema surgió a raíz de su propia experiencia, ya que se vio obligado a enfrentarlo por ser hipertenso y tener arritmia crónica.

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El propio Alberto Herrera ha admitido su dilema personal, reconociendo que aunque se ha vuelto a aficionar a la cerveza, el café es algo que necesita en su día a día. Sin embargo, la respuesta más sorprendente ha venido de la mano del colaborador Antonio Agredano, quien ha compartido una experiencia personal que le llevó a abandonar una de estas dos bebidas.

Una adicción real al café

Agredano ha explicado que su decisión no fue por gusto, sino por una cuestión estética. "Dejé el café porque me hice una limpieza en los dientes y tú sabes que mancha", ha confesado. Lo que parecía una decisión temporal se convirtió en una prueba de la dependencia que su cuerpo tenía de la cafeína.

Me empezó a doler la cabeza al segundo día, y hasta que no me tomé un café, no se me quitó"

Antonio Agredano

Colaborador de 'Herrera en COPE'

La abstinencia le provocó efectos físicos inesperados. "Me empezó a doler la cabeza al segundo día, y hasta que no me tomé un café, no se me quitó", ha relatado, describiéndolo como "una adicción real física al café".

Otros colaboradores también se han posicionado. María José ha afirmado que ella "dejaría la cerveza", argumentando que no sabe "tomar una cerveza" sin acabar bebiendo cuatro. Por su parte, el oyente Toni ha sido tajante al expresar su necesidad del "café matutino", mostrando cómo esta bebida forma parte indispensable de la rutina de muchas personas.

Dilemas para todos los gustos

La sección ha continuado con otros dilemas propuestos por los oyentes. Desde la elección de Raúl, un carpintero, entre una mujer muy guapa, pero sin dinero y otra muy fea, pero adinerada, hasta la encrucijada de Antonio, padre de nueve hijos, sobre si preferiría vivir en el siglo 1800 o en el 2100.

Estos debates han reflejado las distintas personalidades y prioridades de los participantes. Mientras algunos, como Goyo, se enfrentaban a decisiones sobre su arte, otros como Javier planteaban la disyuntiva entre "vivir sin ver el mar" o "sin subir a la montaña", un dilema que compartió con su mujer y en el que no lograron ponerse de acuerdo.