

"La realidad de los valencianos que, un año después del apocalipsis, no pueden olvidar pero tampoco se rinden es emocionante, ejemplar, y merece ser contado"
Jorge Bustos realiza su monólogo desde una panadería de Paiporta cuando se cumple un año de la dana en Valencia
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Te voy a contar dónde me pillas a mí y luego Pilar está en otro punto de aquí de Paiporta. Esta mañana no podíamos estar en otro sitio. Estoy en el día en que se cumple un año de la trágica riada en en un sitio que es muy señalado porque queremos hemos querido venir a un lugar donde más que el daño sea amas la esperanza en forma de pan todos los días. Estoy en la panadería, en el obrador, en el horno artesano, donde ahora mismo delante de mí Enrique y Jorge están amasando las baguets. No sabes cómo huele este sitio. Tengo delante de mí todas las las bandejas llenas de croasanes, de de ensaimadas, de baguets, de de pan, la amasadora funcionando a pleno rendimiento. Esta panadería tuvo que cerrar como tantos otros locales de de la localidad que se reconoce como la zona cero, el epicentro de la tragedia, y sin embargo fue la primera, el primer comercio en abrir y hoy por hoy es la panadería más importante de Paiporta y me parece a mí que es un símbolo de esperanza.
Pasear por Paiporta hoy es como visitar a un enfermo que aún convalece, pero que ya camina, que ya sonríe tímidamente, que sueña con su completo cimiento. El aspecto del municipio aún deja ver las cicatrices de aquel día. las marcas en las paredes recuerdan por todas partes hasta donde llegó la la riada. Las puertas de algunas casas, sobre todo de los bajos de los comercios, siguen cerradas, algunas tapiadas. La maquinaria pesada continúa trabajando en el cauce del Barranco del Poyo, aunque quizás no a la velocidad que debería. Hay todavía en la zona de la huerta sur de Valencia ocho colegios en barracones. Hay todavía casi 700 ascensores que no funcionan. Todavía los paiportinos tienen que dar grandes rodeos para cruzar el barranco a la otra zona del municipio, porque no todas las pasarelas se han reconstruido. Algunas seguramente acabó en la albufera arrancada de cuajo por la corriente.

Mari Carmen, dueña de una panadería en Paiporta
Pero uno ve las imágenes de hace un año y recaba los testimonios de los vecinos y lo compara con lo que vemos hoy, con lo que te cuentan hoy, con lo que gente como Enrique nos cuenta hoy y el contraste es esperanzador. El daño fue muy profundo en esta zona cero. Eh, estamos en el epicentro del caudal del barranco del pollo que bajó como un tsunami de color marrón aquel martes dramático. Y las ayudas han ido llegando, más o menos, aunque se topan con la burocracia porque las administraciones locales lamentan no tener funcionarios suficientes para ejecutar ese presupuesto. Muchas familias aquí se debaten entre la memoria del daño sufrido y las ganas de futuro. Y los niños, por ejemplo, se imponen a sus miedos cuando el cielo vuelve a tronar y ellos deciden ponerse a jugar a la dana. Porque eso es lo que nos han contado, que los niños juegan a la dana, porque los niños son indestructibles. y convierten un trauma colectivo en materia para sus juegos. Y de ese modo seguramente nos están dando una lección de superación a los adultos.
Balance de la dana
Y cuando se cumple un año de la peor catástrofe natural que ha padecido España en lo que va de siglo, es inevitable hacer balance de lo perdido, pero también de lo aprendido, si es que hemos aprendido algo. Perdimos, en primer lugar 229 vidas y eso es irrecuperable. Hay dos personas cuyos cuerpos siguen todavía sin aparecer. Y hubo dos trabajadores que murieron durante los trabajos de limpieza. Hoy más que nunca rendimos tributo a todas las víctimas. Nunca las vamos a olvidar.
En cuanto a los daños económicos, pues se han cuantificado en más de 17.000 millones de euros. Eso es mucho dinero como para no tener presupuestos generales del Estado. Resultaron afectados 66.000 locales comerciales como esta panadería de Marí Carmen y Enrique, 16.000 viviendas, 115 colegios, 57 centros de salud. Yo he visto coches apilados en montañas de varios pisos. En una de esas campas en Benestússer estuvimos haciendo en diciembre del año pasado el programa de Mediodía COPE y, 10 meses después, los chavales ya vuelven a jugar al fútbol en ese terreno de juego distópico que creíamos irrecuperable.

Enrique, dueño de una panadería en Paiporta
Porque esta es la gran noticia un año después que a pesar de todo la vida se abre camino con mucho esfuerzo, con el derroche de generosidad de muchos, porque esa fue la única parte buena de la Dana, la riada de generosidad que siguió a la riada de destrucción. Así nació el nombre del Puente de la Solidaridad, que en realidad es una es una pasarela peatonal que fue bautizada así por los vecinos del Barrio de la Torre, donde también hicimos el programa cinco días después de la de la dana, en reconocimiento a las decenas de miles de voluntarios que que utilizaban esa pasarela durante semanas para llevar víveres a la a la zona cero.
Y yo pude atestiguar ese desfile 5 días después de la riada y era emocionante ver ese desfile incesante, esos chavales venidos de todas partes de España con las botas puestas con la pala al hombro, dispuestos a echar el día entero retirando barro y llevando comida y consuelo a los más afectados.
Funeral por las víctimas
Y hoy se va a celebrar un funeral de estado por las víctimas de la dana en el Museo de las Ciencias de Valencia. No será el primer funeral, será el segundo. El primero lo organizó el arzobispado de Valencia en diciembre del año pasado en la catedral y a ese no quiso ir el presidente del gobierno. Bueno, en general Pedro Sánchez se ha prodigado poco por estas tierras a raíz de la dana. Y la vez que lo hizo, de infausto recuerdo, lo hizo arrastrado por el ejemplo del rey Felipe y de la reina Leticia y luego salía huyendo de los vecinos enfadados. De ahí nació el sobrenombre del galgo de Paiporta. Fue el hombre que dijo “si necesita más recursos, que los pida”.
Esta frase, ya tristemente célebre retrata dos incompetencias. Desde luego la de Carlos Mazón, todavía presidente de la Generalitat Valenciana, que no quiso activar la solicitud de emergencia nacional para no parecer tan desbordado como efectivamente estaba y a la vez retrata también el cálculo inmoral de Pedro Sánchez que, como hizo la pandemia y volvería a hacer después con los incendios de este verano, se escondió detrás de las competencias autonómicas ante una emergencia que reclamaba una reacción centralizada.
Lo hizo por cálculo para desgastar a la oposición. Prefirió usar la desgracia para hacer política polarizadora, aunque tampoco tuvo que esforzarse demasiado, porque Mazón se desgastó casi él solito con su negligencia y con sus mentiras. Pero que nadie se equivoque, los valencianos no perdonan a Mazón, pero tampoco al PSOE de Sánchez y de Diana Morant, que no despega en absoluto en las encuestas.
Un año después, Pedro Sánchez volverá hoy a pisar el territorio de la dana para asistir a ese funeral de estado, pero viajará encapsulado, convenientemente aislado de la opinión de los valencianos de a pie, no vaya a ser que le transmitan lo que piensan de su actuación. Moncloa solo ha permitido el acceso de los fotógrafos oficiales, los de la presidencia del gobierno, los de la agencia EFE, los de Casa Real. No vaya a ser que se cuele los medios una inconveniente, una que no coincida con el relato oficial. Nosotros en COPE hoy, como prometimos hace un año, queremos pisar la calle, las calles de Valencia, porque no nos interesan las poses, nos interesa la realidad, la realidad de los valencianos que un año después del apocalipsis no pueden olvidar, pero tampoco se rinden y están decididos a seguir luchando para salir adelante. Y ese esfuerzo que es emocionante, que es ejemplar, merece ser contado.



