La OCU lo confirma: la cesta del supermercado es más cara este 2025 y este producto ha subido un 35% aunque lo consuma la mayoría de España
Pilar García de la Granja explica el informe de la Organización de Consumidores y Usuarios sobre la cesta de la compra, que es un 2,5% más cara

Madrid - Publicado el
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La inflación se ha instalado de forma permanente en los lineales de los supermercados españoles. Según los datos más recientes proporcionados por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), la cesta de la compra no encuentra techo y continúa su escalada de precios, haciendo cada vez más difícil para las familias españolas llenar el carrito de la compra sin que se resienta su economía doméstica. El análisis, comentado este martes por la experta económica Pilar García de la Granja en el programa de Carlos Herrera en COPE, confirma la tendencia alcista que viene registrándose desde 2021.
"Efectivamente, ir a la compra, Carlos, y llenar el carrito es cada día más difícil. ¿Qué está pasando? Pues que por mucho que intentemos ahorrar, comprar lo mismo que el año pasado sigue siendo más caro", explicó García de la Granja durante la 'píldora económica' del espacio. La analista detalló que "la subida media que ha experimentado la cesta de la compra en los últimos 12 meses ha sido del 2,5%, con lo que la alza acumulada desde el año 2021 en 4 añitos supera con creces el 35%".
Estos datos oficiales de la OCU coinciden con las últimas estadísticas del Instituto Nacional de Estadística (INE), que sitúa la inflación subyacente -que excluye los elementos más volátiles como energía y alimentos frescos- en niveles preocupantes para la economía familiar. El encarecimiento acumulado ha transformado los hábitos de consumo de los españoles, obligando a muchas familias a replantearse su alimentación básica.

Una reponedora coloca ensaladas para llevar en las estanterías de las cámaras frigoríficas de un supermercado
Los productos frescos, los más castigados
El informe de la OCU identifica claramente a los principales afectados por esta escalada de precios: los productos frescos, claves en la dieta mediterránea, han registrado incrementos superiores al 8% en frutas y verduras. Este dato es especialmente relevante en un país donde la dieta mediterránea ha sido tradicionalmente la base de la alimentación y donde las autoridades sanitarias recomiendan el consumo diario de estos productos.
Pero dentro de esta categoría, dos alimentos básicos destacan por sus espectaculares subidas: "el coste disparado de alimentos básicos como los plátanos, un 35% más, o los huevos medianos, un 30% más", según detalló García de la Granja en su intervención. La subida del plátano, un producto de consumo masivo en la mayoría de los hogares españoles, representa uno de los incrementos más significativos detectados en el estudio.
El coste se ha disparado en alimentos básicos como los plátanos, un 35% más, o los huevos medianos, un 30% más"
Herrera en COPE
El plátano se ha convertido en el símbolo de esta inflación alimentaria desbocada. Con un aumento del 35% en su precio, este producto básico en la frutera española ilustra cómo la crisis afecta a artículos de primera necesidad que hasta ahora se consideraban asequibles para la mayoría de la población. Las causas de esta subida son múltiples: desde el incremento de los costes de producción y transporte hasta los problemas climáticos en las zonas de cultivo, pasando por la escalada de los precios de los fertilizantes y la energía.
Cambios profundos en los hábitos de consumo
La consecuencia más directa de esta situación es que los españoles están modificando sus hábitos de alimentación. Según explicó la analista en COPE, "los expertos indican que los españoles estamos modificando nuestros hábitos, que ya no comemos carne roja o pescado, todo lo que sería necesario, tampoco frutas y verduras frescas".

Pilar García de la Granja en COPE
Este cambio representa una alteración profunda de los patrones culturales y nutricionales que han definido la dieta española durante generaciones. La dieta mediterránea, reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, se está viendo sustituida por alternativas menos saludables pero más económicas, con potentiales consecuencias a largo plazo sobre la salud pública.
Los datos preliminares del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación confirman esta tendencia: el consumo de frutas y hortalizas frescas en los hogares españoles ha descendido un 5,2% en el último año, mientras que el de carne roja ha caído un 7,8%. Paralelamente, se observa un aumento en la compra de productos procesados y marcas blancas, que ofrecen precios más competitivos aunque menor calidad nutricional.
Responsabilidades compartidas
Al analizar las causas de esta situación, García de la Granja fue contundente: "Todas las cadenas de supermercados han subido los precios según este informe. Mientras sigan subiendo los costes de producción, la materia prima y los impuestos, esto, Carlos, no va a haber quien lo pare".
Más sobre la cesta de la compra
La combinación de factores que alimentan esta espiral inflacionaria es compleja. Por un lado, los costes de producción se han incrementado sustancialmente debido a la crisis energética, que afecta a todo el proceso productivo, desde el combustible para la maquinaria agrícola hasta la electricidad para los invernaderos y las instalaciones de procesamiento. Por otro, las materias primas, incluidos fertilizantes y piensos, mantienen precios elevados a nivel global.
A estos elementos se suman los impuestos, que según diversos expertos consultados, suponen una carga adicional que termina trasladándose al precio final. El reciente aumento de algunos impuestos autonómicos y locales, unido a la eliminación de algunas bonificaciones fiscales, ha creado un escenario donde la presión fiscal sobre los alimentos básicos es cada vez mayor.
Las grandes cadenas de distribución, por su parte, argumentan que sus márgenes comerciales se han reducido y que los incrementos de precios responden exclusivamente a la transferencia de los mayores costes que ellas mismas soportan. No obstante, las organizaciones de consumidores like la OCU mantienen su vigilancia sobre posibles prácticas abusivas en la formación de precios a lo largo de la cadena de valor.
Perspectivas poco halagüeñas para el consumidor
El análisis de la situación actual no permite augurar una mejora a corto plazo. Los factores que impulsan la inflación alimentaria parecen estructurales y no coyunturales, lo que sugiere que los precios elevados podrían mantenerse durante un prolongado periodo de tiempo. La incertidumbre geopolítica, la crisis climática y las tensiones en las cadenas de suministro globales continúan ejerciendo presión alcista sobre los costes.
La OCU y otras organizaciones de consumidores han incrementado sus demandas ante las administraciones públicas para que tomen medidas que alivien la presión sobre las economías familiares. Entre las propuestas planteadas se encuentran la reducción del IVA sobre productos básicos, el fortalecimiento de los mecanismos de control de precios y el impulso a los canales cortos de comercialización que eliminen intermediarios.
Mientras tanto, las familias españolas continúan adaptándose a esta realidad. Estrategias como la planificación exhaustiva de la compra, la elección de productos de temporada, la reducción del desperdicio alimentario y la compra en mercados locales se han convertido en herramientas esenciales para mantener una alimentación equilibrada sin arruinarse en el intento.
La situación descrita por Pilar García de la Granja en Herrera en COPE confirma que se ha convertido en un problema estructural de la economía española, con consecuencias que van más allá del ámbito económico para afectar a la salud pública, los patrones culturales y la calidad de vida de los ciudadanos. El plátano, con su simbólica subida del 35%, se erige como recordatorio de que la crisis del coste de la vida está lejos de haber terminado y que sus efectos más profundos apenas comienzan a manifestarse.