'Crónicas perplejas': "Papá, mamá, tus hermanos y ese viaje interminable desde lo que somos a lo que fuimos"

Habla Antonio Agredano de los coches, de los recuerdos de viajes en familia hacia los sueños de una feliz infancia

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Antonio Agredano y sus recuerdos de los viajes en coche en familia en sus 'Crónicas perplejas'

Antonio Agredano

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En esta sección de ‘Herrera en COPE’, Antonio Agredano mezcla lo “cotidiano y exótico” con una particular visión de las cosas de la vida capaz de equiparar con lo más sorprendente en sus "Crónicas perplejas".

Girar la manivela, bajar la ventanilla trasera, sentir el aire seco sobre el rostro. Paisajes amarillos. Una carretera hacia el sur. Hacia el sur de todos los proyectos. Hacia el sur de todos los afectos. Buscando el mar. Siempre buscando la momentánea libertad que nos ofrece el mar.

El Seat Málaga blanco con matrícula de Córdoba adelantando a un Renault 21. El Seat Málaga blanco que conducía mi padre siendo adelantado por un Peugeot 405. Cada familia con sus casetes, con sus canciones, con sus planes, con sus esperanzas. Cada familia con sus demonios, con sus tarjetas de crédito, con sus apartamentos reservados por teléfono, con sus sofás cama, con su felicidad en segunda línea de playa.

Acaba el verano y comienzan las rutinas y recuerdo aquellos coches cruzando España. Aquellos coches que son parte de nuestros íntimos recuerdos. El olor de sus ambientadores de pino. Aquellas palancas de cambios con arena y conchas. La pegatina de la joven con sombrero de la discoteca Penélope. Las cerezas de Pachá. La funda del volante. El sonido achicharrado de los altavoces.

Todo cambia. Cambian los coches y las carreteras. Cambian los paisajes y cambian las canciones. De los casetes a los cedés, de los cedés al usb, del usb al spotify. Todo cambia, menos nosotros. Menos las familias que viajan juntas hacia ese destino que son sus propias ilusiones.

Con sus incertidumbres y con sus anhelos. Gasolineras a los lados, los nidos de cigüeña, el olor de los vertederos y del alpechín, el efecto espejo del asfalto, y nosotros. Papá, mamá, tus hermanos y ese viaje interminable desde lo que somos a lo que fuimos. La memoria huele a gasolina y a goma. Porque nunca dejaré de ser aquel niño que se quedaba dormido en el asiento de atrás de un Seat Málaga blanco que se dirigía al sur.

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