Antonio Agredano y las cosas sobrevaloradas: "Juego de Tronos, ahora lo sabemos, sólo era una telenovela hortera con dragones"
El cronista de Herrera en COPE habla de esas cuestiones que tienen más importancia de la que merecen.

Sobrevalorados, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
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Madrugar, las croquetas o el éxito de Madrid... dicen que hay cosas que están sobravaloradas. Nuestros Fósforos nos dan muchas ideas y Antonio Agredano le pone voz en sus Crónicas Perplejas.
SOBREVALORADO

Sobrevalorados, por Antonio Agredano | Crónicas Perplejas
Woody Allen. La playa. La cerveza. Gabriel García Márquez. Venecia. El olor a café. Los fines de semana en el campo. Los amores de verano. Ir al cine. La nutella. El pistacho en todas partes. Radiohead. Picasso. La pizza. El gintonic. Los muebles de Ikea.
Todo está sobrevalorado. Todo, de repente, nos vuela la cabeza. Los libros de moda. Las canciones de moda. Lo último de Rosalía. Series imperdibles que en un año ni siquiera recordaremos. Nos abrazamos con entusiasmo a cualquier cosa. Juego de Tronos, ahora lo sabemos, sólo era una telenovela hortera con dragones. Todo el mundo es muy exquisito hasta que ponen Follow the leader en una boda.
Qué difícil es amar en su justa medida. Ni mucho ni poco. Ni con timidez ni con arrebato. Qué difícil es el afecto preciso. Sin exageraciones, sin histerias, sin apabullar a quienes tenemos al lado. Qué difícil es, simplemente, sentir.
Disfrutar de un amanecer sin sacar el móvil. Comer en un buen restaurante sin contarlo. Descorchar una botella de vino. Llorar frente a la televisión tras una película de sobremesa. Escuchar algunas canciones bonitas tumbados en la cama.
Y no andar invadiéndolo todo con nuestros gustos o nuestros descubrimientos. Y no ir dando la turra a los demás: que si debes ir a no sé donde, que si debes comer no sé qué, que si debes ver no se cual película o serie o lo que sea.
Qué difícil es el disfrute íntimo en este tiempo de compartirlo todo. Todo amor tiene su espacio y tiene su tiempo. Toda belleza es un paisaje privado. Hemos construido nuestra propia mirada. Ha sido un trabajo de años. Una arquitectura transparente desde la niñez. Se acumulan libros y recuerdos y melodías. Somos tantas cosas. Es tan caprichoso el paso de los días.
Hay que amar con sutileza y detalle. Sin culpas y sin estridencias. Porque el corazón es un músculo coqueto, silencioso y exacto.



