Seguramente todos en algún momento de nuestra vida suframos de desmotivación ante algún aspecto o tarea concreta, o tengamos alguna época en la que nos falte motivación para culminar nuestros objetivos vitales. Sin embargo, el problema realmente viene cuando la desmotivación se convierte en un compañero habitual en nuestro día a día. "Cada día tenemos a muchas personas en nuestras consultas que están desmotivadas", reconoce el psicólogo Pedro Martínez.

Ante estas personas que dicen sentirse desmotivadas frente a todo o casi todo en su vida, el psicólogo advierte que lo importante, antes de nada, es tener claro un propósito en la vida, que puede ser a largo plazo o más a corto plazo. “A las personas desmotivadas lo que les pasa es que no tienen claro ese propósito vital, es decir, no tienen una meta dirigida a medio o largo plazo, y cómo eso luego se tiene que desmontar en los procesos a corto plazo", explica Martínez.

Otro aspecto que caracteriza a estos pacientes es que suelen tener una mentalidad excesivamente negativa. "Están continuamente en el catastrofismo. Siempre piensan que no van a ser capaces y que siempre va a haber alguna situación externa que les va a impedir", comenta el psicólogo, que también destaca que normalmente son personas que no son capaces de gestionar sus miedos y sus emociones.

¿Se nace desmotivado o se hace?

“Hemos comprobado que tiende a afianzarse como un aprendizaje. Puede nacer una persona con tendencia a ser desmotivada, pero durante todo su desarrollo puede dirigir esta tendencia y convertirla en un comportamiento mucho más adaptado y mucho más positivo", argumenta Pedro Martínez.

Pueden influir muchos factores para llegar a ser una persona con falta de motivación. “Uno de los factores principales por los que una persona no llega a conseguir revertir esta situación es porque la educación que va recibiendo durante una serie de años lo que hace es entrenar la tendencia que, en este caso, sería negativa", señala el psicólogo. "Al final, esta tendencia con la que se nace, se entrena y se aprende a ser de esta forma, a desmotivarse en la vida".

La desmotivación, además, no solo influye en el trabajo, que es lo primero que puede venirnos a la cabeza, sino también puede afectar a la hora de relacionarse y hacer nuevas amistades, o buscar pareja. "En todas estas áreas se necesita tener un buen autoconcepto, y si la persona no lo tiene a la hora de afrontar cada una de estas situaciones, tiende a confirmar lo peor de todo, la hipótesis más negativa", indica Martínez.

¿Cómo pueden afectar los diferentes tipos de motivación?

Por otra parte, el psicólogo ha detallado algunos de los diferentes tipos de motivación que hay. En deporte, por ejemplo, es habitual la motivación centrada en el ego, dirigida a conseguir metas compitiendo contra otros. O la propia motivación personal, donde uno mismo es su propia medida y su propio reto a superar.

Otra posible división sería entre la motivación extrínseca y la intrínseca. La motivación extrínseca es la que tiene la persona a la hora de conseguir metas externas a ella. Por ejemplo, cuando queremos conseguir una buena posición en el trabajo o una pareja que sea estable y satisfactoria. En cambio, la motivación intrínseca es la que va dirigida solo y exclusivamente hacia el valor personal: tener unos buenos valores, ser capaz de resistir la frustración, y verse capaz y competente a la hora de afrontar las situaciones.

En definitiva, todo aquello que no te gusta hacer, se puede terminar haciendo si tienes la mirada puesta en el objetivo. “Lo primero es tener un propósito, y después tener la suficiente capacidad de gestionarlo y planificarlo, ir poniendo una serie de submetas, e ir revisándolas, sin desesperarse nunca si no lo conseguimos", apunta Pedro Martínez. "Si somos capaces de resistir todo esto, vamos a conseguirlo con alta probabilidad".