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El duro testimonio de las víctimas del 11-M, 19 años después, en COPE: "Abrí los ojos, había humo y lo tragué"

En 'Fin de Semana' hacemos el inicio del programa desde Atocha y conocemos dos testimonios de dos personas que vivieron de cerca el horror del peor atentado de nuestra historia

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Coordinadora Fin de Semana

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 18:24

Casi 20 años son los que llevamos teniendo en nuestro calendario marcada la fecha en la que hoy recordamos a muchísimas víctimas: el 11 de marzo. Lo recordarás, seguro, porque marcó un antes y en la historia mundial y, sobre todo, en la de España. Nunca jamás habíamos vivido un atentado de esas dimensiones y eso que, por desgracia, la palabra no nos resultaba nada lejana.

193 víctimas fueron las que no dejaron en aquel jueves previo a la primavera, que, enseguida, se volvió negro. 193 personas a las que recuerda cada día la céntrica estación madrileña de Atocha, con un monumento con los nombres de todos ellos escritos y con multitud de velas para que jamás se nos permita olvidar su memoria.

Cristina L. Schlichting en Atocha en conmemoración del 11-M


Por eso mismo, Cristina López Schlichting ha querido trasladar su apertura de Fin de Semana a aquel lugar, para honrar a las víctimas y, también, de manera muy especial, a aquellos que se dejaron la piel en las labores de rescate y no dudaron un segundo en dejarlo todo para ayudar a un país tremendamente herido.

Aquella mañana, Pedro Cifuentes, bombero, recibió un aviso de un accidente de tren en la Estación del Pozo del Tío Raimundo, en Vallecas. Ocho compañeros y él se ponen en ruta, y, por la radio, escuchan que otros parques de bomberos están siendo movilizados, pero en distintos puntos...Muchos accidentes, pero nadie menciona la palabra atentado.

En El Pozo, la escena es desoladora. "Cuando salimos del parque de bomberos temprano, estábamos adormilados y conforme nos fuimos acercando, vemos cómo van bajando coches de policía, mucha sangre, muchos mutilados y mucha gente con las manos en los oídos...Nos dimos cuenta que había algo más" contaba apenado casi 20 años después.



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En esa estación, las bombas fueron todavía más devastadoras, porque las detonaron mientras la gente salía y entraba al tren. "Cuando llegamos, veíamos gente empotrada contra la pared por la onda expansiva" describía. "Todo fue muy confuso, no estábamos preparados para algo así, al llegar, fue mucho el shock, todos pidiendo auxilio y gritando".

En medio del silencio, un susurro

"No pasaban coches, no se escuchaba nada...Era devastador" describía Pedro Cifuentes, al contar cómo, a medida que pasaban las horas, lo único que reinaba era el silencio que dejaba tras de sí una pena insuperable. "Momentos después, veíamos las imágenes devastadoras de personas sentadas dentro del tren que parecía que estaban vivas pero estaban muertas. Recuerdo uno en especial que leía un libro que yo también estaba leyendo a la vez, y parecía que lo estaba leyendo...Tenemos grabado el sonido de todos los teléfonos que estaban sonando, algún compañero llegó a decir que contestáramos" explicaba.

Pedro Cifuentes, bombero que rescató a las víctimas del 11-M


Momentos después, llegaron los TEDAX (Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivo) diciendo que habían encontrado dos mochilas más que llevaban bombas a detonar. A ellos les echaron hasta detonar una de esas mochilas, y, al volver, quedó sorprendido. "Estaba todo en silencio, pero me pareció oir un susurro dentro del vagón. Se lo dije a un compañero, era una chica que estaba en todo el tren...Ella se salvó porque tenía otros cuerpos encima. Nos metimos dentro y la rescatamos, la única superviviente dentro del tren ese día" explicaba.

Un olor característico

No todos volvieron a trabajar, porque el trauma era algo difícil de gestionar. Algo así le pasó a Félix Alonso Olguín, Guardia Civil, que, con 34 años, acababa de coger un tren en Alcalá de Henares, mientras escuchaba la Cadena COPE. Al llegar a Santa Eugenia, en Vallecas, todo se detuvo: había explotado una bomba.

"Iba oyendo la radio, hablaban de las elecciones analizando la situación política, y cuando paró el tren, al cerrarse las puertas, hubo un movimiento de atrás hacia adelante muy fuerte. Salvé mis oídos porque llevaba los auriculares, abrí los ojos y se había abierto la puerta, con mucho humo, que me tragué" empezaba explicando.



El olor sigue siendo, como explica, lo que más recuerda a día de hoy. "Me recordaba a los ejercicios de tiro, olía a pólvora y me parecía raro. La gente empezó a gritar, todos de pie, me puse la mochila y gritamos a los que estaban en las puertas que abrieran de forma manual. Empezó a salir gente, llamé a mi oficina, y dije que llegaba tarde porque se había roto el tren...La gente corría y saltaba por el andén, entre las dos vías, vi el cuerpo de un hombre decapitado. Colgué y di la vuelta...Entré en el vagón que había explosionado".

"Un simple olor a quemado, me lleva a ese día, o el sonido de un portazo" decía apenado. En ese momento, utilizó los bancos de la estación para trasladar a los heridos, gracias a su formación como guardia civil, ayudando a la evacuación de cientos de heridos. Pero, por otro lado, también estaba preocupado: había muchos compañeros de profesión que no llegaron a su trabajo."En ese momento estábamos buscando a compañeros que no habían llegado a las unidades, recorríamos hospital por hospital para ver si estaban ahí los que no habían llegado a trabajar".

Dos testimonios de dos personas que vivieron, desgraciadamente, de cerca, el horror y el dolor del peor atentado de nuestra historia. Dos rostros que nos sirven para recordar, 19 años después, a todas las víctimas que se subieron a un tren y nunca más regresaron.

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