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Las consecuencias del 11-M: una víctima del atentado relata qué pasó dentro del tren tras la primera explosión

Fueron apenas unos pocos minutos, pero aquellos segundos dejaron una profunda huella en España

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Redacción La Noche de Adolfo Arjona

Madrid

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 19 abr 2022

El 11-M fue el atentado más cruel que sufrió nuestro país. Aquella mañana de marzo de 2004 todas las miradas estaban puestas sobre la capital de España y sobre las estaciones de tren donde se produjeron las explosiones que devoraron la vida de centenares de ciudadanos.

Era hora punto y los trenes iban llenos de personas que se dirigían a sus puestos de trabajo. En ese momento, una explosión se dejó sentir en el vagón seis del tren que se dirigía a San Sebastián de los Reyes.

Un minuto después, ocurrió lo mismo con los vagones cinco y cuatro. El caos se adueñó de los andenes y de las personas que no sabían muy bien lo que estaba pasando. Segundos después, el tren con dirección Alcobendas se vio afectado por dos explosiones. De forma sucesiva, las explosiones continuaban en diferentes puntos de la capital.

Fueron apenas unos pocos minutos, pero aquellos segundos dejaron una profunda huella en España. Se trataba del mayor atentado terrorista de la historia de nuestro país: 193 muertos y más de 2.000 heridos.

Una de las víctimas de aquel atentado es María Ángeles Domínguez, vicepresidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M, y ha contado en 'La Noche con Adolfo Arjona' cómo fueron aquellas trágicas horas de una mañana fría del mes de marzo en Madrid. "Yo vivo en Alcalá de Henares y me dirigía al 12 de octubre. Cada mañana hacía la misma rutina. Aquel día cogí el tren de las 7:05 y es verdad que había menos gente porque los estudiantes habían hecho huelga".

En este sentido, María Ángeles ha explicado cómo vivió las primeras explosiones en los andenes anexos al suyo: "Lo que recuerdo que pasado Entrevías, que yo siempre me colocaba para bajar en la próxima estación, escuché algo, pero no sabía exactamente qué y se apagaron las luces. La gente empezó a chillar. El tren oscilaba de un lado a otro. Ese día me senté en el único asiento que había libre: iba en el sexto vagón, en una asiento que van encontrados. Iba en la dirección contraria al sentido del tren.

"El tren iba más lento, pero basculaba encima de las vías. Yo en un principio pensaba que se había producido una colisión e íbamos a descarrilar. Vi la catenaria por la ventana opuesta a la que yo iba. Estaba seccionada y por cada borde salían chispas como si fuese una bengala. Eso sería sobre las siete y media pasadas"m ha subrayado la protagonista de esta historia.

La vicepresidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M también ha reconocido que tiene lagunas de memoria tras la explosión: "Tengo amnesia de media hora. A partir de todo esto que ya he contado no recuerdo nada hasta pasadas los ocho y cinco, cuando ya estaba fuera del tren. Yo estaba en el tren que suele salir en todos los medios. Era el de la calle Téllez. En el sexto vagón, en la parte en la que hay ese boquete en un lateral".

María Ángeles también ha contado a Arjona cómo vivió los minutos posteriores a la explosión, ya fuera del tren: "Estoy con un vecino sentada en las vías del tren mirando a las tres torres que hay en la calle Téllez. Tenía las manos llenas de sangre, los pantalones rotos, me faltaba un zapato y con un dolor muy fuerte en el pecho. Mi vecino estaba de pie y me preguntaba qué me pasaba. Pasados unos segundos miré para atrás y es cuando vi el tren como si fuese una lata de sardinas, abierto por el techo, y con un boquete en el techo".

"Al cabo de unos minutos vino un bombero y me quiso coger, pero yo dije que iba andando. No recuerdo muy bien cómo llegué al hospital de campaña. Allí me pusieron cuatro mantas porque tenía mucho frío tras haber perdido mucha sangre. Me entraba un sueño horrible y pensé que si cerraba los ojos lo mismo no volvía a despertar. Intentaba entretenerme para no cerrar los ojos", ha comentado María Ángeles.

En cuanto a las consecuencias, la vicepresidenta de la Asociación de Ayuda a las Víctimas del 11-M ha explicado lo siguiente: "Estuve con pronóstico reservado. Tuve perforación del pulmón izquierdo, siete costillas rotas, se me encharcaron los pulmones. Tuve los oídos con los tímpanos perforados. Me quisieron hacer una traqueotomía en urgencias, pero me pusieron un aparato que me quitaba el líquido de los pulmones. Estaba hecha un monstruo y durante tres días tenía ese pronóstico reservado. No podía comer ni beber... Me daban con un algodón en los labios".

Por último, María Ángeles ha señalado que todavía a día de hoy le cuesta montar en un tren: "Yo monté en tren el día 14 de enero de 2005. Sí que es verdad que procuró no montar en tren porque me produce ansiedad. Conozco mucha gente que todavía no ha entrado, Me propuse que esto no iba a poder conmigo, pero es verdad que no voy cómoda. Me pasa lo mismo en el metro e intento evitar las aglomeraciones".

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