
“SEPI, Plus Ultra, hidrocarburos… yo comprendo que esto es imposible de seguir si no tienes un máster en robo por la universidad de Harvard”
Cristina reflexiona sobre la corrupción, los silencios y los escándalos sexuales que se acumulan en el entorno del Gobierno mientras el presidente opta por desaparecer y pedir resistencia. Demasiados casos, demasiadas excusas y ninguna dimisión en un Ejecutivo que ya no logra tapar lo evidente.
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Hay que reconocerle a este Gobierno el mérito de estimularnos a los profesionales de la información. Porque a ver cómo le cuentas a la gente —además de la corrupción que salpica a los dos secretarios de organización del PSOE y a la mujer y el hermano del presidente— que han aparecido tres frentes más gracias a las investigaciones de la UCO de la Guardia Civil. Resulta que Leire Díez no era solo una falsa escritora que extorsionaba a jueces y a supuestos enemigos del PSOE: también ponía el cazo. Ya está detenida junto al antiguo presidente de la SEPI —la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales— y Antxon Alonso, socio de Santos Cerdán. También cobraban mordidas.
Luego está el caso de la compañía aérea Plus Ultra, rescatada con dinero público que, según las investigaciones, pudo destinarse a blanquear fondos robados en Venezuela por funcionarios corruptos. Y lo más grave: el negocio de los hidrocarburos, con beneficios de cientos de millones de euros para empresas del sector que, para poder licitar, habrían pagado al menos un millón de euros a Aldama, Koldo y Ábalos. Comprendo que seguir todo esto es imposible si no tienes un máster en robo por la Universidad de Harvard.
Pero lo verdaderamente vergonzoso es formar parte de este Gobierno. Por eso Yolanda Díaz ha puesto el grito en el cielo. La vicepresidenta dice que se necesita un nuevo Ejecutivo. Pues si ella lo dice —ella, que sostiene a estos ministros— algo sabrá. ¿Y qué le contesta Pedro Sánchez? Lo mismo que Rajoy le decía a Bárcenas: “Aguanta, Yolanda”. El presidente ha decretado vacaciones. No comparecerá la próxima semana, como ha pedido el PP, y difunde la consigna favorita de Maduro: vámonos a unas Navidades eternas hasta febrero y esperemos que escampe. Según el guaperas del presidente, los ministros no están implicados ni en los casos de acoso sexual ni en las detenciones por corrupción. Esto también es mentira. La vicepresidenta María Jesús Montero fue quien nombró al frente de la SEPI al recién detenido Vicente Fernández, su mano derecha en Andalucía. Cuando le preguntan, responde que eso fue “hace mucho”. ¿Pero no habíamos quedado en que “hermana, yo sí te creo”, y que estas cosas no prescriben? Y si el dinero les gustaba, no te cuento las mujeres. Salen acosadores hasta debajo de las alfombras. La cuenta ya va por siete. A Paco Salazar, el de la bragueta abierta, se han sumado el alcalde de Torremolinos, Antonio Navarro; el ex presidente de la Diputación de Lugo, José Tomé; el senador Javier Izquierdo, secretario de Estudios y Programas de la Ejecutiva Federal, que ha tenido que abandonar todos sus cargos; y el alcalde de Belalcázar, en Córdoba, Francisco Luis Fernández, cuyo acoso a una subalterna ha quedado reflejado en mensajes de WhatsApp tan explícitos y repugnantes que no puedo repetir aquí. Hay un séptimo caso: el del socialista de Almusafes, en Valencia, denunciado por acoso sexual y laboral. La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, del Partido Comunista, dice que la situación es “repugnante” —esa es la palabra que ha usado— y que todas las organizaciones políticas deberían hacer un “Me Too”, una denuncia generalizada de mujeres acosadas. Pero vamos a ver, ministra: ¿qué organizaciones políticas, si lo tenéis en casa? Si este lupanar es todo vuestro. Eso sí, dimitir, ninguno.



