Incendios y placas fotovoltaicas

¿Por qué se incendian las placas solares?

Un estudio de la Universidad de Edimburgo señala que las plantas fotovoltaicas podrían estar detrás de varios incendios en Extremadura. El catedrático Víctor Resco de Dios pide más datos y prevención para que la transición energética no se convierta en un riesgo añadido.

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Las plantas fotovoltaicas podrían estar detrás de varios incendios en Extremadura.

Beatriz Pérez Otín

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

Con los campos españoles todavía marcados por las llamas de este verano, la sombra de un nuevo riesgo se cierne sobre el medio rural: las placas solares. Según un estudio de la Universidad de Edimburgo, entre 2020 y 2023 se vincularon 18 incendios en Extremadura a instalaciones fotovoltaicas.

De esos casos, solo uno derivó en un gran incendio forestal fuera de la planta, pero los expertos alertan de que los datos son suficientemente preocupantes: “El año pasado ya tuvimos el primer gran incendio que se originó en una planta fotovoltaica, el 20 de julio en Talabán”, recuerda Víctor Resco de Dios, catedrático de ingeniería forestal y una de las voces más reconocidas en el estudio de incendios. 

 El riesgo detrás de la tecnología verde  

Las placas solares pueden alcanzar hasta 70 grados de temperatura, lo que favorece la aparición de cortocircuitos. A ello se suma el desgaste de las instalaciones con el paso del tiempo. “Cualquier pequeño fallo aumenta las probabilidades de incendio a medida que envejece la infraestructura”, advierte Resco.

El especialista señala que no basta con el mantenimiento eléctrico: también es fundamental el cuidado de la vegetación que rodea las plantas solares para evitar que un incidente se convierta en un gran fuego. 

 El problema de la falta de datos  

El debate sobre el impacto de las placas en los incendios se topa con una dificultad: España no cuenta con estadísticas actualizadas. Según Resco, el Ministerio de Transición Ecológica cambió el sistema de recogida de datos en 2015 y, desde entonces, no se publican cifras completas. “Los últimos registros fiables son de 2016. Han pasado casi diez años y los incendios han cambiado mucho”, denuncia.

Además, la estadística oficial tampoco refleja cuántas infraestructuras quedan dañadas ni qué pueblos han sido arrasados. “Urge actualizarla y añadir información básica para comprender el verdadero riesgo de las plantas fotovoltaicas”, apunta el experto. 

 Prevenir sin frenar la transición energética  

Pese a la alarma, Resco insiste en que las energías renovables son necesarias, pero deben gestionarse con “cabeza”. Defiende el desarrollo de la agrivoltaica, un modelo que combina cultivos o ganadería con la instalación de paneles solares. “En algunos casos, la sombra de los paneles reduce las necesidades de riego y mejora la producción hortícola. Además, ayuda a mantener población en el medio rural”, explica. 

El investigador recuerda que la agricultura sigue siendo el mejor cortafuegos. Por ello, considera un error sustituir tierras de cultivo por infraestructuras industriales: “Seguimos necesitando comer tres veces al día. Si no producimos aquí, lo haremos a costa de ecosistemas en otras partes del mundo”.

En su opinión, la transición energética debe ir de la mano de la diversificación: “Cerrar nucleares para quemar gas es una política negacionista. Necesitamos una estrategia amplia que no abandone el campo ni aumente los riesgos de incendio”. 

 Una imagen para el futuro  

Entre ovejas pastando bajo los paneles y campos cultivados que actúan como cortafuegos, la clave para el experto está clara: compatibilizar la energía limpia con la protección del territorio y la población rural. Solo así, asegura, se podrá avanzar hacia un modelo energético sostenible sin añadir nuevas amenazas al paisaje español.

Visto en ABC

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