ESCUELA DE VIDA 

La eterna juventud ya tiene precio: y solo los millonarios pueden pagarlo

Hasta hace unas décadas, las primeras arrugas o canas se asumían como parte natural de la vida y de la herencia genética. Hoy, sin embargo, el envejecimiento se ha transformado en un terreno marcado por la desigualdad económica.

Family generation green eyes genetics concept
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El precio de no envejecer

Beatriz Pérez Otín

Publicado el - Actualizado

2 min lectura

La llamada “medicina antiaging” se ha convertido en un lujo reservado a quienes pueden pagar diagnósticos precoces, chequeos avanzados y tratamientos experimentales que permiten detener enfermedades, revertir daños e incluso rejuvenecer órganos. Todo ello, claro, a precios prohibitivos. 

El fenómeno, que en Hollywood incluye terapias como cápsulas de oxígeno o sesiones de crioterapia en bañeras de hielo, genera lo que algunos expertos llaman “dos clases sociales de la longevidad: quienes pueden permitirse tratamientos de vanguardia y quienes solo cuentan con la atención básica de la sanidad pública". 

 Durante el espacio "La Escuela de Vida" de Fin de Semana, la endocrina Carmen Candela alertó de la obsesión creciente con la suplementación. “Hay gente de 40 años que vive para y por suplementarse. Pero no se puede tomar vitamina D o B sin más: hay que hacerlo con criterio médico y análisis previos”, señaló. La doctora recordó además que la calidad de los alimentos ha cambiado respecto a décadas pasadas, lo que explica en parte la carencia de nutrientes esenciales en gran parte de la población.

Más allá del físico, psicólogos y médicos recuerdan que el envejecimiento también depende de factores como la vida social, la curiosidad intelectual o el descanso. Dormir bien, mantener vínculos y cultivar la mente son tan determinantes como la dieta o el ejercicio.  “Yo procuro estar al lado de los jóvenes, porque para mayor ya soy yo. Esa curiosidad y ganas de disfrutar son mi mejor secreto para envejecer bien” dice Ingeborg Schlichting, 88 años.  En  resumen, no envejecer no puede anteponerse a saber envejecer.

“La paradoja es que cuanto más buscas la juventud eterna, más estresado estás. Podemos operarnos y cuidarnos todo lo que queramos, pero nuestro hígado o nuestra espalda siguen teniendo la edad que tienen” añade el psicólogo Pedro Martínez.

En contraste, países como España y Japón figuran entre los más longevos del mundo gracias a la dieta mediterránea y a sistemas sanitarios públicos que, pese a sus carencias, ofrecen coberturas básicas inaccesibles en lugares como Estados Unidos, donde los medicamentos pueden costar hasta un 40% más que en Europa.

La paradoja, según los expertos, es que la obsesión por la inmortalidad puede convertirse en un enemigo de la salud: genera estrés, aumenta los niveles de cortisol y crea falsas expectativas. En palabras de la propia doctora Candela: “El ser humano no es solo físico. Es mucho más que físico”.

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