Fito Cabrales: "Lo que me absorbió desde el principio era hacer canciones propias, un disco se veía muy lejano"

El artista recuerda en una charla su infancia y adolescencia en el Bilbao industrial, sus inicios autodidactas en la música y la anécdota de su primer concierto

Fito y Fitipaldis
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Fito, en el BIME

Carlos Molina

Bilbao - Publicado el

3 min lectura0:28 min escucha

Fito Cabrales ha repasado sus orígenes en una charla en el BIME centrada en su relación con Bilbao, la ciudad que le vio nacer. El artista ha recordado su infancia en el barrio de Zabala, donde vivía en "Zabala 1, tercero derecha", y sus años de colegio en el Corazón de María. Mantiene un vínculo "increíble" con la zona de San Francisco, un barrio que, según le dijo un amigo, tenía las aceras estrechas porque "la gente no viene a pasear, va a trabajar". A pesar de los cambios, asegura que se siente "muy a gusto" cuando vuelve.

Un Bilbao "feo, pero muy vivo"

El cantante rememora con nostalgia el Bilbao industrial de su juventud, una ciudad que describe como "muy fea", con una estética de "óxido, como todo contaminado", similar a la de Torrelavega. Sin embargo, destaca que esa fealdad tenía un contrapeso: una vibrante escena cultural. "Empezaban a suceder cosas por todos los lados", explica, mencionando el surgimiento de un movimiento musical propio, con fanzines, bandas, o gaztetxes. En contraste, opina que las ciudades ahora "se convierten en preciosas, pero están como, no muertas, pero un poco en coma".

A Fito le preocupa especialmente la pérdida de identidad que sufren las ciudades turísticas, y pone como ejemplo la gastronomía. "Si entras a un restaurante en Bilbao y te dan mal de comer, yo cerraba el local y le condenaba a galeras al dueño", afirma con contundencia, defendiendo el valor cultural de la buena mesa.

Los primeros acordes

Su recuerdo musical más lejano se remonta a los viajes familiares en un Seat 600 o un 124, escuchando la radio. "Recuerdo Fórmula Quinta, esas cosas que sonaban todo el rato", comenta. La figura clave en su despertar musical fue su tío, a quien llama "el Fito primero", que ya en los años 60 tenía una banda y escuchaba a artistas como Creedence o The Beatles. También describe con cariño el epicentro del salón de su casa: un tocadiscos que era como un mueble con una radio que tenía el mapamundi.

Fito aprendió a tocar la guitarra de forma totalmente autodidacta, junto a un amigo de la infancia. Inspirados por la música que escuchaban, como Jimi Hendrix, intentaban sacar los acordes de oído viendo programas como Musical Express. "Tenías que pillar el acorde en el momento", explica sobre el reto que suponía.

Te creabas un mundo de ilusión, como Walt Disney, apasionante"

El músico define esa forma de aprender como "muy lenta y muy torpe, pero apasionante", porque les obligaba a inventar y a fijarse en cada detalle. "Te creabas un mundo de ilusión, como Walt Disney, apasionante", detalla al recordar cómo su imaginación completaba la falta de información sobre los artistas que admiraba.

Del local de ensayo al escenario

Entre sus anécdotas más "vergonzosas" se encuentra la de su primer concierto importante con su primera banda. Fue en un festival en Torrelavega, y durante la prueba de sonido, el guitarrista de la orquesta principal le dio un afinador. "No sabía qué era", confiesa entre risas. "Nos fuimos al baño corriendo a ver cómo funcionaba eso".

Lo que más me absorbió es hacer canciones"

Más allá de aprender a tocar, Fito revela que su verdadera pulsión siempre fue la composición. "A mí es que siempre me atrajo, lo que más me absorbió es hacer canciones", subraya. En aquellos primeros años, la idea de grabar un disco ni siquiera entraba en sus planes. "Tocas porque es una necesidad o porque no sabes por qué", reflexiona, concluyendo que la posibilidad de grabar un álbum "estaba demasiado lejana".

Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.

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