El vino de Menorca afronta una buena añada con consumo mayoritario en la isla
La producción vitivinícola menorquina se consolida con 13 bodegas activas y unas 200 hectáreas de viñedo, en un contexto de creciente reconocimiento local y externo

Entevista con Joan Fullana, presidente Vinaters de Menorca
Menorca - Publicado el - Actualizado
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La viticultura menorquina vive un momento de consolidación. La campaña de este año apunta a una cosecha de calidad destacada y a un consumo casi íntegro en el mercado local. La isla cuenta en la actualidad con trece productores y alrededor de 200 hectáreas de viña, de las cuales unas 150 se destinan a la indicación geográfica Vino de la Tierra Isla de Menorca.
El cultivo de la uva en Menorca tiene profundas raíces históricas. En el siglo XVIII, durante la dominación británica, los archivos registraban más de 1.300 hectáreas plantadas, una cifra seis veces superior a la actual. La marcha de los ingleses y la llegada de la filoxera supusieron un declive que redujo la actividad durante más de un siglo, limitada a pequeñas producciones en huertos familiares y destinadas al autoconsumo.
A finales del siglo XX comenzó la recuperación. Desde entonces, el sector ha vivido un crecimiento progresivo, con nuevas plantaciones y una clara apuesta por la calidad. Actualmente, la superficie de viñedo ronda las 200 hectáreas y cada año se incorporan nuevas parcelas.
La reactivación vitivinícola se apoya en pequeños proyectos familiares y bodegas que combinan tradición y técnicas modernas, contribuyendo a fortalecer la marca Vino de Menorca en el mercado local y turístico.
Peculiaridades y consumo principalmente local
El vino elaborado en la isla refleja un marcado carácter ligado al territorio. El clima mediterráneo, la tramontana, la proximidad al mar y los suelos calcáreos poco profundos configuran un perfil único que diferencia a los caldos menorquines de los de otras zonas.
En términos de comercialización, el 90% de la producción se destina al consumo en la propia isla. Los restaurantes y comercios locales concentran casi todo el mercado, mientras que la exportación es todavía minoritaria. Se prevé que, a medida que aumente la producción en próximos años, parte de ese volumen pueda orientarse a mercados exteriores, aunque el consumo insular seguirá siendo prioritario.
La diversidad también es un factor destacado. Hoy en día pueden encontrarse entre 60 y 70 referencias distintas de vino menorquín, con precios que oscilan en función del tipo de crianza. Los vinos jóvenes presentan costes más ajustados, mientras que aquellos que requieren mayor tiempo de maduración alcanzan precios superiores, aunque siempre en una franja considerada equilibrada en relación a la calidad.
Artesanía, calidad y control de fraudes
El modelo productivo en Menorca se basa mayoritariamente en talleres familiares que trabajan con volúmenes reducidos. El proceso se desarrolla de forma artesanal, desde la vendimia hasta la fermentación, estabilización y embotellado. Esta dedicación influye en unos costes de producción más elevados que en el sector industrial, pero también en una mayor calidad y autenticidad del producto final.
El vino de Menorca se posiciona como un producto artesanal, de pequeñas cantidades y con una clara orientación hacia la excelencia, lo que explica que los precios sean ligeramente más altos que en producciones industriales masivas.
El sector ha insistido también en la importancia de proteger la autenticidad de la marca. Este verano se detectó un caso de fraude en un restaurante de la isla, que ofrecía como Vino de Menorca un producto que no lo era. El hecho se hizo público y derivó en denuncia, reforzando el mensaje de que este tipo de prácticas deben ser perseguidas para garantizar la confianza de los consumidores y la reputación de la viticultura insular.
Un futuro de crecimiento sostenido
La tendencia actual confirma que Menorca seguirá apostando por vinos de calidad con fuerte arraigo local. La consolidación de trece productores, la ampliación de hectáreas y el respaldo de los consumidores, tanto residentes como visitantes, fortalecen la posición de la isla como territorio vinícola emergente.
El sector afronta el futuro con optimismo, confiado en que la singularidad del vino de Menorca, basada en su territorio y en la labor artesanal de sus bodegas, continúe ganando reconocimiento dentro y fuera de la isla.



