Estados Unidos ya no catará nuestros vinos: el golpe que desarma al sector valenciano
Las valoraciones de críticos como Robert Parker pueden abrir o cerrar las puertas de muchos mercados a nivel mundial

"Robert Parker ya nos decía el potencial que teníamos, hoy en día nuestros vinos no tienen nada que envidiar a los franceses o italianos"
Valencia - Publicado el
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La reciente decisión de Estados Unidos de aumentar los aranceles a los productos agroalimentarios europeos ha desatado la alarma en el sector vinícola español. Aunque a primera vista el vino valenciano no sea uno de los más afectados por volumen de exportación al país norteamericano, "el problema va mucho más allá de la venta directa", advierte José Pastor, exportador e importador valenciano con más de 20 años de experiencia desde California. Y es que, según explica en Herrera en COPE Comunidad Valenciana, la medida supone un grave retroceso en términos de posicionamiento internacional y promoción de marca.
"Estados Unidos marca la pauta de las tendencias globales del vino", recuerda Pastor, subrayando que las valoraciones de publicaciones como Wine Spectator o críticos como Robert Parker pueden abrir o cerrar las puertas de muchos mercados a nivel mundial. “Si el vino valenciano no llega a EE. UU., no solo perdemos ventas, sino que dejamos de estar en el radar de los grandes prescriptores internacionales”, lamenta.
La subida del 15% en los aranceles pone contra las cuerdas a muchas bodegas. No solo por el sobrecoste, sino por lo que implica en una estructura de mercado tan profesionalizada como la estadounidense. “En Estados Unidos, el distribuidor de vino solo vende vino. No es como en España, donde puedes vender cerveza o agua también. Allí todo está milimetrado”, explica Pastor, quien conoce bien tanto el mercado californiano como el valenciano.
El experto recuerda además que el vino español ha ido ganando prestigio en las últimas décadas: “Hace 20 años Robert Parker ya nos decía el potencial que teníamos. Hoy en día nuestros vinos no tienen nada que envidiar a los franceses o italianos”. Parte de ese avance se ha debido a una generación de enólogos jóvenes, bien formados y conscientes de la importancia de la imagen y la calidad. “Antes costaba convencer a una bodega de que mejorara su etiqueta; ahora ese cambio ya es un hecho”.
Pero las amenazas no terminan con los aranceles. Pastor alerta también de un cambio de hábitos de consumo preocupante: “En el último año y medio, el consumo de vino ha bajado en EE. UU., sobre todo entre los jóvenes. Está creciendo la tendencia de los vinos sin alcohol o con menos graduación”. Algo que, según advierte, podría trasladarse a Europa en los próximos 5 a 7 años.
A esta caída del consumo se suma una saturación del mercado. “Los importadores tenemos almacenes llenos y los distribuidores no compran si el consumidor no responde”, dice. Un cóctel que amenaza seriamente la estabilidad de muchas bodegas españolas.
Preguntado por posibles soluciones, Pastor reconoce que “no hay fórmulas mágicas”. Pero sí apunta algunas estrategias: “Habrá que ajustar márgenes, afinar en los costes de producción y vender a precios más competitivos. Algunas bodegas podrán hacerlo, otras no”. Lo que está claro es que mantener la presencia en EE. UU. sigue siendo clave para la proyección del vino valenciano.
Y es que como resume el propio Pastor: “Si nuestros vinos dejan de llegar, tampoco podrán ser catados, puntuados ni recomendados. Y eso, a medio plazo, nos hace invisibles en el mercado global”. Una amenaza silenciosa que podría truncar años de trabajo y crecimiento para uno de los sectores más emblemáticos del campo valenciano.