Ola de Calor en Barcelona: La Cruda Realidad de las Muertes Atribuibles al Cambio Climático

Barcelona se alza como la segunda gran ciudad europea con más muertes relacionadas al cambio climático en la reciente ola de calor. Un estudio desvela 286 fallecidos atribuibles directamente al calentamiento global.

Barcelona

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Ricard Álvarez

Lleida - Publicado el

5 min lectura

Barcelona ha sido testigo de una dolorosa realidad durante la reciente ola de calor, situándose como la segunda gran urbe europea con el mayor número de fallecimientos atribuibles directamente al cambio climático. Un nuevo y revelador estudio, publicado este miércoles por científicos de renombre del Imperial College London y la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, arroja luz sobre la escalofriante cifra de 286 muertes en la capital catalana, vinculadas al aumento de las temperaturas provocado por el consumo de energía fósil.

Entre el 23 de junio y el 2 de julio, la ciudad Condal registró un total de 340 defunciones. Sin embargo, lo que impacta es que un abrumador 84% de estas, es decir, casi nueve de cada diez, tienen su raíz en la intensificación del calor debido al calentamiento global. El estudio detalla cómo las temperaturas medias en Barcelona se dispararon hasta los 29 grados durante este episodio, una anomalía de tres grados por encima de lo que se consideraría una situación climática normal para la época. Esta diferencia, aparentemente pequeña, ha tenido consecuencias devastadoras para la salud pública.

El Impacto Innegable del Calentamiento Global en Europa  

El documento, fruto de una meticulosa investigación, no solo se centra en Barcelona, sino que amplía su mirada para analizar los efectos del calentamiento global en un total de doce grandes ciudades europeas. Los datos son concluyentes: la quema de combustibles fósiles y la desforestación, principales motores del cambio climático, hicieron que la ola de calor de finales de junio y principios de julio fuera entre 2 y 4 grados centígrados más cálida de lo que hubiera sido sin la intervención humana. Esto subraya la urgencia de adoptar medidas de mitigación ambiciosas.

Las cifras de desviación de temperatura varían significativamente entre las distintas metrópolis. Londres y París, por ejemplo, experimentaron desviaciones medias de 3,95 y 3,72 grados, respectivamente, mostrando la vulnerabilidad de las grandes ciudades ante estos fenómenos extremos. Madrid, con 3,68 grados, también se destaca en este sombrío panorama. Aunque en menor medida, Atenas (2,1 grados) y Roma (2,45 grados) también registraron aumentos notables.

En el conjunto de las doce ciudades analizadas, la ola de calor dejó un saldo de 2.300 defunciones en solo diez días. De estas, los expertos estiman que 1.500 fueron directamente atribuibles al incremento de temperatura causado por el calentamiento global. Esto significa que el cambio climático fue responsable de un alarmante 65% de las muertes durante este periodo. Estas estadísticas deberían servir como un llamado de atención global sobre la necesidad imperante de acción climática.

Milan

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Barcelona y Milán: Las Ciudades Más Afectadas  

Volviendo a la realidad local, Barcelona, con 286 muertes vinculadas a las alteraciones del clima, se sitúa solo por detrás de Milán. La ciudad italiana, con una población ligeramente superior, registró 317 fallecimientos atribuibles. Este dato posiciona a ambas urbes en la vanguardia de la vulnerabilidad climática en Europa.

La lista de ciudades afectadas continúa con París (235 muertes atribuibles al cambio climático), Londres (171), Roma (117), Madrid (108), Atenas (96), Budapest (47), Zagreb (31), Frankfurt (21), Lisboa (21) y Sácer (6). Estas cifras pintan un panorama desolador y resaltan la naturaleza global del problema.

Para los autores del estudio, estos resultados son una prueba irrefutable de cómo "incrementos relativamente pequeños en las temperaturas más cálidas pueden desencadenar enormes repuntes de mortalidad cuando el calor afecta a personas con problemas de salud como cardiopatías, diabetes y enfermedades respiratorias". Al mismo tiempo, el informe denuncia que el calor es una amenaza "infravalorada", ya que la mayoría de las muertes vinculadas a él "se producen en hogares y hospitales, fuera de la vista del público, y en raras ocasiones se notifican". Este punto es crucial, ya que dificulta la percepción pública de la gravedad de la situación.

De hecho, el análisis subraya un dato contundente: el balance de víctimas mortales en varias ciudades europeas fue más elevado que otros desastres naturales recientes que acapararon mayor atención mediática. Se compara con la DANA que afectó al País Valencià a finales de 2024, que dejó 224 muertos, o las inundaciones del noroeste de Europa en 2021, con 243 fallecidos. Esto resalta la necesidad de reevaluar las prioridades en la gestión de riesgos naturales y la concienciación social.

Barcelona. Fuente mágica de Montjuïc.

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Barcelona. Fuente mágica de Montjuïc.

Los Grupos de Edad Más Vulnerables al Calor Extremo  

Además de analizar los efectos en las diferentes ciudades, el estudio también pone el foco en los grupos de edad más afectados. Se revela que un alarmante 88% de las muertes vinculadas al cambio climático durante la ola de calor corresponden a personas mayores de 65 años. Esta estadística subraya la extrema vulnerabilidad de la población anciana ante fenómenos de calor extremo y la necesidad de establecer protocolos específicos de protección.

No obstante, los investigadores lanzan una advertencia crucial: episodios como el de estos últimos días "pueden poner en peligro la vida de todos los grupos de edad". Según sus cálculos, los efectos del cambio climático sobre la ola de calor provocaron la muerte de 25 personas en la franja de edad entre 20 y 44 años.

El número de víctimas se eleva a 158 en el grupo de edad entre los 45 y los 64 años, y asciende a 212 entre la población de 65 a 74 años. Sin embargo, las cifras se disparan dramáticamente en los dos últimos grupos de edad, con 424 muertes atribuibles al calentamiento global dentro del grupo entre 75 y 84 años y hasta 684 defunciones entre los mayores de 85 años. Estas cifras son un recordatorio contundente de la imperiosa necesidad de una acción climática concertada y global para proteger a las poblaciones más frágiles.

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