Angustia en el sector porcino: "No somos una fábrica de bolígrafos que puedes parar"

La detección de jabalíes muertos por peste porcina africana (PPA) en la zona de Cerdanyola del Vallès ha desatado la máxima preocupación en el Vallès Occidental. El presidente del Consell Comarcal y alcalde de Barberà del Vallès, Xavier Garcés, ha manifestado la inquietud de los municipios y ha solicitado "instrucciones claras" al Govern de la Generalitat. La administración catalana ha convocado de urgencia a los alcaldes de la zona afectada para detallar la situación actual y los pasos a seguir. La principal demanda de los ediles es saber cómo actuar y qué restricciones se deben mantener para controlar el brote. "Esperamos que nos den instrucciones claras sobre qué debemos hacer, qué información debemos tener y qué deben hacer policías locales, Mossos y Protección Civil", ha señalado Garcés, evidenciando la necesidad de una comunicación coordinada y efectiva.

Máxima preocupación en el Vallès

Xavier Garcés ha expresado su inquietud por el impacto sanitario que la crisis pueda tener en el entorno vallesano. Aunque en su municipio, Barberà del Vallès, no se ha detectado ningún caso de jabalí muerto, la cercanía del foco es motivo de alerta. Garcés ha apuntado a que la autopista C-58 podría haber funcionado como una barrera natural, evitando la propagación de la fauna infectada desde Cerdanyola. Como medida preventiva, se ha limitado el acceso a importantes espacios naturales de la comarca, no solo al Parque de Collserola, donde se localizó el brote, sino también al de Sant Llorenç del Munt, una zona de ocio muy frecuentada por los habitantes del Vallès Occidental. Esta medida, aplicada también por la Diputación de Barcelona, busca reducir al mínimo el riesgo de expansión del virus.

Desde el Consell Comarcal del Vallès Occidental se ha activado un seguimiento exhaustivo de todas las granjas porcinas en el entorno afectado a través de su Observatorio comarcal. Se está evaluando el volumen de animales y la movilidad interna en estas explotaciones, datos que, según Garcés, se harán públicos próximamente para ofrecer una visión transparente de la situación. El presidente comarcal ha destacado que la comunicación con el Govern ha sido fluida, con reuniones dos veces al día, pero insiste en la importancia de que las nuevas directrices se puedan aplicar de forma efectiva. "Debemos poder transmitir de forma clara el mensaje a la ciudadanía", ha recalcado, subrayando que la claridad es clave para evitar la alarma social y garantizar la colaboración de la población.

Los ganaderos culpan a la fauna salvaje

Mientras los ayuntamientos coordinan la respuesta administrativa, el sector porcino vive la situación con angustia. Los ganaderos, como Rosend Saltiveri, propietario de una granja en Ivars d'Urgell, están "realmente preocupados por la repercusión económica" que puede suponer esta crisis. Saltiveri advierte que el impacto no se limita a las granjas, sino a "todo un tejido industrial que está alrededor del sector porcino" y que también se verá gravemente afectado si la enfermedad se extiende. El principal objetivo, afirma, es que la peste "se contenga con todos los medios y que de allí no salga". Sin embargo, el sector se siente señalado injustamente y dirige la responsabilidad hacia la administración.

Es un problema y responsabilidad de la administración por tener tanta fauna salvaje en el país"

Para los afectados, el origen del problema no está en sus explotaciones, sino en el campo. Saltiveri es contundente al señalar la causa de fondo: "la peste no ha venido por los cerdos que tenemos, sino que es un problema y responsabilidad de la administración por tener tanta fauna salvaje en el país". El ganadero denuncia la sobrepoblación de jabalíes como el verdadero riesgo sanitario. Considera que es "una obligación de la administración que las poblaciones de jabalíes se reduzcan", algo que, en su opinión, no ha sucedido. Este exceso de fauna salvaje, añade, no solo supone un riesgo de epidemias como la actual, sino que también provoca daños en los cultivos y un aumento de los accidentes de tráfico, afectando a toda la ciudadanía.

Un sector que no puede parar

La preocupación se multiplica por la propia naturaleza del sector productor porcino, que funciona con un ciclo continuo e ininterrumpido. Saltiveri describe su granja como una cadena de producción constante: tienen madres que crían lechones y estos se engordan hasta su traslado al matadero. Este flujo es semanal y se planifica para todo el año. La producción no se puede detener de un día para otro, lo que genera una enorme incertidumbre ante cualquier crisis. La rueda, insiste el ganadero, no se puede parar, y las granjas deben seguir produciendo animales aunque el mercado se desplome o se cierre.

No es como una fábrica de bolígrafos que paras y dejas de producir"

Esta incapacidad para detener la producción choca frontalmente con las consecuencias del brote. "No es como una fábrica de bolígrafos que paras y dejas de producir", explica gráficamente Saltiveri. La principal consecuencia económica ya se está notando: el mercado de exportación se ha paralizado. Esta situación provoca que toda la carne que no se puede vender fuera deba "reofertar aquí", en el mercado local. El resultado es un incremento masivo de la oferta que, inevitablemente, provoca una "bajada de precios" y amenaza con llevar a la ruina a muchas explotaciones. El sector se enfrenta a un futuro inmediato muy complejo, pendiente de la contención del virus y de la reapertura de los mercados exteriores para evitar el colapso.