Emmanuelle Charpentier doctora ‘honoris causa’ por la Universidad de Salamanca
La microbióloga y Premio Nobel de Química defiende la inversión en Ciencia y el apoyo a los jóvenes en su discurso de investidura

Salamanca - Publicado el
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“Este doctorado honoris causa es más que un hito personal: es un recordatorio del poder perdurable del conocimiento para conectarnos a través del tiempo, el lenguaje y la disciplina. Gracias por esta distinción. Me emociona no solo como científico, sino como alguien que respeta profundamente el legado de conocimiento e investigación que define a esta universidad”. Con estas palabras la Premio Nobel de Química Emmanuelle Charpentier expresaba su agradecimiento al recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Salamanca.
Durante la solemne ceremonia celebra en la mañana de hoy en el Paraninfo de las Escuelas Mayores, la bioquímica francesa describió algunos de los “profundos desafíos” a los que se enfrenta la humanidad. Así, el ámbito de la salud, campo en el que se están produciendo “grandes revoluciones como la edición genética y la inteligencia artificia, que prometen curar enfermedades que antes se consideraban incurables”, se enfrenta, a su juicio, a nuevas amenazas como” las pandemias, resistencia a los antimicrobianos y desigualdades en el acceso a la atención sanitaria que exigen no solo innovación, sino también compasión y cooperación”.
“En la agricultura debemos alimentar a una población mundial en crecimiento sin agotar los recursos del planeta. El futuro de los alimentos dependerá de nuestra capacidad para integrar la biología, la tecnología y la ecología, con el fin de producir no solo más, sino mejor y de forma más sostenible. Y en el ámbito medioambiental nos enfrentamos al reto decisivo de nuestro siglo: restablecer el equilibrio de los sistemas naturales de los que depende toda la vida”, subrayó para advertir que “la ciencia por sí sola no puede resolverlos, se requiere valentía en las políticas, creatividad en la economía y un compromiso ético compartido por todas las sociedades”.
En esta tarea de afrontar los grandes retos, la genetista y directora del Instituto Max Planck para la Ciencia de los Patógenos en Berlín se mostró convencida de que las universidades, “santuarios del pensamiento crítico”, desempeñan “un papel único e insustituible”.
“En una época en la que la información es instantánea y las opiniones se multiplican más rápido que los hechos, la universidad debe erigirse en guardiana de la profundidad, un lugar donde las ideas puedan ponerse a prueba, no solo tuitearse; donde el desacuerdo pueda razonarse, no gritarse”, subrayó.
Charpentier equiparó el trabajo científico con el realizado en el mundo del arte, la moda o los deportes, en los que hay que aplicar también “el trabajo duro, la creatividad alimentada por la disciplina, la perseverancia, la resiliencia, la ambición y la repetición silenciosa del esfuerzo diario”.
“Defino mi trayectoria personal como científico como similar a la de los artistas, diseñadores o atletas. Ellos comparten un entendimiento tácito: que la excelencia no es un don, sino una práctica, una búsqueda larga, imperfecta y profundamente humana de superarse a uno mismo”, precisó Charpentier, quien consideró que en la Ciencia, los descubrimientos surgen “de largas horas de concentración solitaria: la paciente comprobación de hipótesis, la resistencia para afrontar experimentos fallidos y el valor para seguir planteando preguntas que no tienen respuestas garantizadas. Exige una lógica rigurosa, pero también creatividad e imaginación: la capacidad de ver conexiones invisibles para los demás”.
Apoyo a los jóvenes investigadores
Charpentier defendió, asimismo, la financiación de la Ciencia y el apoyo a los jóvenes investigadores porque “solo si queremos un futuro científico dinámico debemos invertir en su estabilidad, creatividad e integridad”.

Emmanuelle Charpentier
A ellos también les dirigió un mensaje: “no teman lo desconocido. No es su enemigo, es su mejor maestro. La incomodidad de no saber es el comienzo del descubrimiento. Sed curiosos, pero también sed amables, porque la ciencia es una empresa humana y el progreso se basa en la confianza. Sed rigurosos, pero también imaginativos, porque los datos os dirán lo que es, pero la imaginación os ayudará a ver lo que podría ser. Y recordad que el éxito no se mide solo por el reconocimiento, sino por la contribución. Tanto si vuestro trabajo cambia el mundo como si simplemente profundiza en el conocimiento, tiene valor. Cada acto de investigación, cada pregunta sincera, se suma a la riqueza colectiva del conocimiento humano. Por último, protejan su sentido de la maravilla. En la ciencia, como en el arte, la maravilla es la chispa que mantiene el sentido del largo viaje”.
No podía faltar en su discurso referencias a su descubrimiento y comprensión del CRISPR-Cas9, un mecanismo que las bacterias utilizan como parte de su defensa inmunitaria adaptativa. Esta herramienta precisa de edición del genoma, también conocida por “tijeras moleculares”, se ha convertido, según Charpentier “en una tecnología revolucionaria y transformadora en las ciencias de la vida, la medicina y la agricultura. Se está utilizando para comprender los mecanismos de la vida, corregir defectos genéticos, combatir enfermedades y, potencialmente, desarrollar sistemas alimentarios más sostenibles”.
Nuevas fronteras
El proceso para llegar a este descubrimiento fue uno de los temas que elogió el rector de la Universidad de Salamanca, Juan Manuel Corchado, en su discurso al destacar que “su ejemplo nos recuerda una verdad esencial: el auténtico progreso nace de la curiosidad sin cálculo. De la ciencia no dirigida. De esa forma de estudio que se atreve a entender antes que a aplicar”.
Asimismo, Corchado resaltó que “fue su valentía intelectual la que, sin preverlo, abrió nuevas fronteras para la humanidad”. En este sentido, el rector recordó que la Universidad de Salamanca ha sido un laboratorio de ideas audaces y “la figura de Charpentier representa exactamente lo que esta institución aspira a ser: un puente entre la tradición del saber y el futuro del conocimiento”.
Finalmente, el rector insistió en que al recibirle como doctora honoris causa, la Universidad de Salamanca no le concede “un título honorífico, sino que la reconoce como parte de su comunidad intelectual y moral. Su nombre se inscribe desde ahora en la historia de esta institución junto al de quienes dedicaron su vida a ampliar los límites del entendimiento humano”.
La sesión de investidura de Emmanuelle Charpentier como doctora honoris causa por la Universidad de Salamanca concluyó con la interpretación del “Gaudeamus Igitur” a cargo del coro universitario.



