Conductores denuncian ataques con piedras en la autopista TO-22 a su paso por Toledo
María García, una de las conductoras afectadas, ha contado en COPE como fueron esos momentos que pudieron terminar en tragedia

Ciudad Real - Publicado el - Actualizado
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En su rutina de volver a casa tras una jornada laboral, María García, una vecina de Mocejón que circulaba de noche por la carretera TO-22, también conocida como AP-41, fue víctima de un acto vandálico. A la altura del barrio toledano de Azucaica, y sin tráfico alrededor, su vehículo fue alcanzado por varias piedras de gran tamaño lanzadas desde un montículo cercano a la vía.
“Solo vi dos o tres piedras enormes impactar de golpe contra el cristal y el coche. Pensé que se me venía todo encima” ha destacado en COPE. El golpe fue tan fuerte que, por instinto, cerró los ojos y perdió momentáneamente el control del vehículo, invadiendo el carril contrario. Por fortuna, consiguió enderezar el coche y dejarlo seguir con la inercia hasta recuperar la calma.
La conductora asegura que no había camiones cerca ni vehículos que pudieran haber provocado el impacto de forma accidental. “Esto me lo han tirado a propósito, ha sido algo intencionado”, afirma con rotundidad.

María Soriano, víctima de un acto vandálico en la TO-22
Una práctica peligrosa que afecta a más conductores
Tras el incidente, María de inmediato se dirigió a la Policía para interponer una denuncia y allí descubrió que no era la única víctima: esa misma noche, al parecer, al menos otras dos personas habían sufrido ataques similares en la misma zona.
“Ahora paso todos los días por esa carretera con más precaución. Voy mirando por si pudiera volver a ocurrir”, ha señalado, ya que el miedo a que se repitan estos hechos es compartido por otros conductores habituales de la vía, que ven cómo un trayecto cotidiano se convierte en un riesgo inesperado.
Los hechos se investigan como un acto vandálico, una acción tan peligrosa como irresponsable, que pudo haber terminado en tragedia. La invasión de un vehículo al carril contrario o una pérdida total de control habrían tenido consecuencias fatales.
El testimonio de María es un recordatorio de la vulnerabilidad de los conductores ante conductas imprudentes. Ella misma concluye con un deseo que también es advertencia: “Que esto no vuelva a repetirse a nadie. Porque lo que para algunos puede ser una gracia, para quien lo sufre puede costarle la vida”.