La tensión vecinal se dispara en la zona de Azorín, en Santa Cruz, por las personas sin hogar: "Acampan y hacen sus necesidades en plena calle"

La tensión en Santa Cruz de Tenerife ha alcanzado un punto crítico, especialmente en las zonas aledañas al Albergue Municipal, como los barrios de Azorín y Somosierra. Los vecinos han alzado la voz, denunciando una situación que califican de "insostenible" debido a la alta concentración de personas sin hogar, una problemática que, según el propio consistorio, se agrava al tener que atender con recursos propios a personas procedentes de otros municipios. La situación ha sido expuesta en el programa Herrera en COPE Tenerife, donde se ha dado voz tanto a la administración como a los ciudadanos afectados.

El alcalde de la capital, José Manuel Bermúdez, ya ha advertido de que no dudará en tomar medidas drásticas si la situación persiste. Bermúdez ha anunciado que pedirá amparo a la Diputación del Común o incluso recurrirá a los tribunales si el resto de administraciones públicas continúan sin asumir su parte de responsabilidad. "Lo normal en el sistema de servicios sociales es que cada municipio atienda a sus habitantes en su municipio. Lo que no tiene lógica es que los municipios atiendan a sus habitantes en otros municipios", ha declarado el alcalde, subrayando la irregularidad de la situación actual.

Una convivencia insostenible

Víctor, un vecino de la calle Pedro Salinas, se ha convertido en uno de los portavoces del hartazgo ciudadano. Su testimonio dibuja un panorama desolador que ha empeorado con el tiempo. "Desde hace muchísimo tiempo estamos sufriendo aquí una situación que ya no se puede aguantar más", ha afirmado. Describe la existencia de un campamento permanente en las traseras de su urbanización, un foco constante de conflictos. "Aquí a cualquier hora del día y de la noche todo son peleas, gritos, no se puede asomar uno ni a la ventana", ha lamentado.

La degradación del entorno es tal que, según su relato, los residentes se encuentran con personas orinando en la vía pública o bloqueando las aceras con colchones. "Por poder no se puede ni circular por la calle", ha sentenciado. La respuesta a cualquier reproche, asegura, son las amenazas verbales, aunque la tensión ha escalado a niveles más peligrosos. "Ya en una ocasión uno de los vecinos incluso denunció, le sacaron un cuchillo", ha revelado Víctor para evidenciar la gravedad del problema de inseguridad que padecen.

Aquí a cualquier hora del día y de la noche todo son peleas y gritos, no se puede asomar uno ni a la ventana"

Víctor 

Vecino de Azorín

A la inseguridad y el ruido se ha sumado recientemente un grave problema de salubridad: una plaga de ratas. Víctor ha denunciado que los roedores, provenientes de la zona del campamento, están accediendo a las viviendas a través de los árboles cercanos a las fachadas. "Le están entrando a la vecina por la ventana", ha especificado, añadiendo que, aunque el Ayuntamiento tiene conocimiento del problema, no ha tomado ninguna medida. "Ellos saben lo de la rata y saben lo del árbol, eso lo saben ellos perfectamente", ha insistido.

¿Y los vecinos no somos vulnerables?

Los residentes se sienten señalados y menospreciados por la administración, como si sus quejas no fueran legítimas. "Poco menos que es que nosotros somos unos quejicas", ha expresado Víctor con notable enfado, un sentimiento que, asegura, comparte el resto de los vecinos. Su réplica a esta actitud es contundente y resume la desesperación de quienes viven el problema día a día.

No somos unos quejicas, que lo tenemos en la puerta de nuestras viviendas"

Víctor

Vecino de Azorín

Lejos de resignarse, los vecinos exigen un papel más activo y de mediación al alcalde como máximo representante municipal. Proponen soluciones como el acondicionamiento de otros espacios, "allá al lado del cementerio, sin ir más lejos, donde estuvo el recinto ferial". En medio de este conflicto, Víctor lanza una pregunta que refleja la frustración acumulada: "Ellos son vulnerables, de acuerdo, pero ¿y los vecinos no somos vulnerables?, que no podemos estar en nuestro domicilio tranquilos, ni podemos dormir tranquilos".

La policía, con las manos atadas

La presencia policial no parece ser una solución efectiva a largo plazo. Víctor ha reconocido que tanto la Policía Local como la Nacional acuden cuando se les requiere, pero su capacidad de actuación es limitada. "Entendemos que ellos están limitados, si no reciben órdenes, ellos no pueden hacer nada", ha explicado. Recuerda una legislatura anterior en la que la acción coordinada de un concejal y la policía, con patrullas constantes durante varios días, logró desmantelar un asentamiento y mantener la zona libre, demostrando que con voluntad política se pueden obtener resultados.

Actualmente, el panorama es de estancamiento. Mientras el Ayuntamiento, alega tener "las manos atadas", ya que con la normativa en la mano, es muy difícil mover a estas personas en contra de su voluntad, los vecinos ven cómo las unidades móviles especializadas no resuelven el problema de fondo. La situación se repite en los exteriores del pabellón Pancho Camurria, donde vuelven a instalarse casetas. Los residentes de Azorín no piden más unidades de acercamiento, sino una solución definitiva que les devuelva la tranquilidad y la seguridad perdidas.