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Así afecta el fallo en las pulseras antimaltrato a una víctima canaria: "No duermo, no sabes donde esconderte"
El testimonio de María, una afectada de Tenerife, revela el "miedo e inseguridad" que provoca el mal funcionamiento de estos dispositivos telemáticos

María, víctima del mal funcionamiento de las pulseras anti maltrato
Tenerife - Publicado el
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El sistema que monitoriza los dispositivos electrónicos de seguimiento telemático Cometa, conocidos popularmente como pulseras de control de maltratadores, ha sufrido un nuevo fallo esta semana. Se trata del segundo incidente de este tipo en pocos meses, tras el reportado en el mes de septiembre, y ha provocado estos dispositivos de seguimiento de las mujeres víctimas de violencia de género hayan dejado de funcionar correctamente durante varias horas, generando una profunda sensación de inseguridad y miedo entre las afectadas.
Tras el incidente, el Ministerio de Igualdad ha asegurado que, desde que tuvo constancia del fallo, se activó de inmediato el protocolo previsto. Según la versión oficial, las víctimas fueron contactadas para alertarles de la situación, así como las fuerzas de seguridad. El Ministerio sostiene que "en todo momento ha estado garantizada la protección de estas mujeres" y que servicios de emergencia como el botón del pánico, la recepción y emisión de llamadas y las alertas por proximidad "se han mantenido operativas en todo momento".
La versión oficial frente al miedo real
Sin embargo, la realidad que viven las víctimas dista mucho de la tranquilidad que transmite la ministra de Igualdad, Ana Redondo. María, una mujer residente en `Tenerife`, ha compartido su testimonio en el programa Herrera en COPE Tenerife para dar voz a las afectadas. "He sentido mucho miedo, inseguridad, y pienso que realmente no funciona como dicen, porque hay ocasiones que sí y hay ocasiones como esta vez, en las que están produciéndose bastantes errores", ha declarado, reflejando una impotencia generalizada.
María relata cómo el mal funcionamiento del dispositivo se traduce en un estado de alerta constante que destroza su día a día. El aparato, explica, "ha empezado a pitar repetidamente, de madrugada, a todas horas". Esta situación le provoca un "miedo terrible que no nos deja ni siquiera dormir día, noche, madrugada". La angustia no distingue de lugares ni momentos, como le ocurrió en una peluquería: el dispositivo sonó sin motivo, lo que provocó la llamada del centro de control y la aparición de la policía, generándole una "situación demasiado desagradable" y sin saber "qué tipo de explicación dar".
Angustia y falsas alarmas
Cuando el dispositivo pita de madrugada, la reacción es de "muchísima ansiedad, miedo, angustia, porque es que ni siquiera puedes llegar a coger el sueño bien nunca". El protocolo indica que, al sonar, la usuaria debe marcar un mensaje como leído. Si la proximidad del agresor es real, el sistema vuelve a sonar y se produce una llamada de verificación. No obstante, María confirma que el problema son las falsas alarmas: "en otras ocasiones pita sin sentido. O sea, no es porque esté cerca ni nada, sino pita por fallos". Esta situación le genera una angustia innecesaria al no existir un riesgo real.
Ante las declaraciones de la ministra restando importancia al asunto, María siente "un poco de impotencia, la verdad, porque no es del todo verdad". Además, critica con dureza la repetición de los fallos en un asunto tan crítico, donde lo que está en juego "no son cosas, sino vidas". Para ella y otras muchas mujeres, esta situación no se puede considerar vida, "sino sobrevivir, y es un añadido más para hacernos sentir vulnerables".
Cada sonido genera más ansiedad, más angustia, más miedo"
Víctima del mal funcionamiento de las pulseras Cometa
No queremos sobrevivir, queremos vivir
En una carta leída en antena, María resume el sentir de muchas víctimas. "Hoy quiero contar lo que estoy viviendo y lo que viven muchas mujeres como yo. Nos entregan un dispositivo llamado Cometa, que se supone debe protegernos. Pero, en lugar de darnos seguridad, nos llena de miedo", comienza el texto. La misiva denuncia cómo la tecnología que debería ser un salvavidas se convierte en una fuente de tormento que impacta directamente en la salud mental de las protegidas.
La carta continúa describiendo la experiencia diaria: "Suena a cualquier hora, en cualquier sitio, y cada vez que lo hace, el corazón se acelera, no sabes dónde esconderte, sientes las miradas y vuelves a sentirte vulnerable". María confiesa haber pasado "noches sin dormir por esos pitidos" y haber sentido "vergüenza, ansiedad, impotencia". El escrito narra otros episodios, como cuando "estaba en urgencias y el dispositivo no paraba de pitar" porque se quedaba sin batería y no tenía dónde cargarlo, lo que disparó su ansiedad hasta sentir que "no podía controlar nada".
La crudeza de su testimonio se centra en el impacto nocturno de los fallos del sistema Cometa. "Y todas las noches, cuando suena, de madrugada, no me deja dormir nada, `cada sonido genera más ansiedad, más angustia, más miedo`", escribe en su carta. La repetición de estas alarmas y las noches sin descanso son un recordatorio constante de que su "seguridad no está garantizada", mientras critica que "quienes deberían protegernos no toman las medidas necesarias".

Maltrato machista
El final de la carta es un clamor por una protección real y efectiva que permita a las víctimas recuperar sus vidas. "Por eso, hoy levanto mi voz, por mí y por todas, queremos protección real, queremos sistemas que funcionen, queremos volver a vivir sin miedo", reivindica. La misiva concluye con una frase que resume la desesperación y la esperanza de miles de mujeres: "`No pedimos mucho, solo poder vivir, porque no queremos sobrevivir, queremos vivir libres`, y nuestra voz no se va a callar".
No pedimos mucho, solo poder vivir, porque no queremos sobrevivir, queremos vivir libres"
Víctima del mal funcionamiento de las pulseras Cometa
El testimonio de María, cargado de emoción y frustración, pone de manifiesto la brecha entre las garantías institucionales y el calvario personal de las víctimas. Sus palabras finales en la entrevista fueron de agradecimiento por "brindar este espacio y por ayudar a visibilizar una realidad que muchas veces se pasa por alto", un recordatorio de que detrás de cada fallo técnico hay una vida suspendida por el miedo y la incertidumbre.
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



