Las islas frente a Tenerife que España perdió con Portugal, pero no sabe si es su territorio: desde hace más de 500 años
Hoy, los portugueses mantienen el control de las Islas Salvajes, y aunque la disputa no ha sido resuelta formalmente, la situación parece que se ha estabilizado con los españoles

Islas Salvajes, Océano Atlántico
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En el vasto océano Atlántico, a poco más de 160 kilómetros de la isla de Tenerife, se encuentran las Islas Salvajes, un pequeño archipiélago cuya soberanía ha sido objeto de una prolongada disputa entre España y Portugal durante más de cinco siglos. Aunque hoy los portugueses mantienen el control efectivo de estas islas, el conflicto no ha sido resuelto formalmente, y la situación se ha estabilizado en un equilibrio tácito que evita tensiones mayores entre ambos países.
Historia y contexto geográfico
Las Islas Salvajes, que forman parte de un conjunto reducido que incluye Salvaje Grande, Salvaje Pequeña e Ilhéu de Fora, son más bien islotes que islas, con un terreno árido, escasa vegetación y sin fuentes de agua dulce. Su tamaño y condiciones inhóspitas han limitado la actividad humana, pero no su importancia estratégica y ecológica. Por eso, en 1971 Portugal declaró esta zona como reserva natural protegida, un hecho que también fue interpretado como un movimiento para afianzar su soberanía.
El origen de la disputa se remonta al siglo XV, cuando navegantes portugueses como Diogo Gomes habrían descubierto estas tierras alrededor de 1460, considerándolas parte de la región de Madeira. Sin embargo, España sostiene que sus propios navegantes, como Jean de Béthencourt, avistaron las islas décadas antes, y se apoya en documentos cartográficos como el mapa de los hermanos Pizzigani, fechado en 1367, para reclamar una mayor antigüedad en la soberanía.

Placa de bronce conmemorativa del Tratado de Tordesillas colocada en el 500 aniversario de su firma
La cercanía geográfica de las Islas Salvajes a Canarias, a solo 165 kilómetros de Tenerife, ha sido otro argumento recurrente de España para reclamar su pertenencia, en contraste con los 280 kilómetros que las separan de Madeira, territorio portugués. Esta cuestión de proximidad y derecho de descubrimiento ha marcado la controversia a lo largo de los siglos.
Un conflicto diplomático
La disputa formal entre España y Portugal quedó marcada en el Tratado de Tordesillas de 1494, que dividió las zonas de influencia en el Atlántico y América, aunque no mencionó expresamente las Islas Salvajes. Durante siglos, el interés en este pequeño archipiélago fue limitado y la tensión se mantuvo en niveles bajos. No obstante, en el siglo XX el conflicto resurgió con fuerza.
En 1932 Portugal tomó medidas firmes al declarar las Islas Salvajes parte del distrito de Funchal y convertirlas en un coto de caza particular. Esta acción fue reconocida en 1938 por la Comisión Permanente de Derecho Marítimo, que otorgó la soberanía a Portugal, aunque España no presentó un recurso formal debido a la Guerra Civil.

Las Islas Salvajes, ubicadas en el Océano Atlántico, se observan desde la Estación Espacial Internacional
Con el paso de los años, la cuestión fue tomando tintes más complejos, especialmente en relación con los derechos de pesca y la delimitación de la Zona Económica Exclusiva (ZEE). Portugal extendió en 1972 su ZEE para incluir las Islas Salvajes, una medida que España no reconoció, pues argumentaba que estos islotes no calificaban como "islas" sino como "rocas" según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, y por tanto no podían generar ZEE.
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A lo largo de las últimas décadas, los intercambios diplomáticos entre ambos países han sido frecuentes pero discretos, evitando que el conflicto escale a un nivel más grave. Portugal continúa gestionando la reserva natural y mantiene la administración práctica del territorio, mientras que España mantiene una postura ambigua, sin reconocer formalmente la soberanía portuguesa pero tampoco impulsando un conflicto abierto.
En la actualidad, la situación se ha estabilizado en un equilibrio pragmático que refleja un entendimiento tácito entre ambas naciones. El conflicto no ha sido resuelto, pero se mantiene en un estado de coexistencia que evita afectar negativamente las relaciones bilaterales.
La disputa por las Islas Salvajes es un ejemplo singular de cómo una pequeña extensión de tierra puede albergar siglos de historia, intereses estratégicos y complejas relaciones internacionales que aún hoy mantienen vivo un conflicto aparentemente sin fin.