La increíble historia de Kali, de caminar por el desierto durante un mes con 14 años hasta abrir su segunda frutería en Gran Canaria
Kali cruzó el desierto de Mauritania con 1.200 euros escondidos en el tacón de sus zapatillas de deporte

La increíble historia de Kali
Gran Canaria - Publicado el
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Podría ser el guion de una película. Un adolescente de 14 años abandona su hogar sin avisar a su familia, cruza el desierto durante un mes y sobrevive a un viaje de 4 días en una patera llegando a una tierra desconocida que lo recibió con los brazos abiertos. No es ficción. Es la historia real de Kali, un joven maliense que hace veinte años alcanzó la costa de Gran Canaria buscando una vida mejor y que hoy celebra la apertura de su segunda frutería. Una historia de coraje, superación y agradecimiento que escuchamos en Herrera en COPE Gran Canaria, donde él mismo narró su viaje y su vida. “Mi salida de Mali no fue planificada”, recuerda. “Un amigo mío que estaba en el camino me comentó salir y, de la noche a la mañana, sin contar con mi familia, salí. Gracias a Dios, terminó bien.
Mi madre estaba enferma y no teníamos recursos, a 100 metros había un centro de salud, pero no teníamos dinero
Kali tenía solo 14 años cuando decidió dejar su país. Lo animó ver a una familia sin futuro. “La situación en Mali era muy complicada, mi madre estaba enferma y no teníamos recursos, a 100 metros había un centro de salud, pero no teníamos dinero”, relata. Lo que siguió fue una odisea que marcaría su vida para siempre.

La increíble historia de Kali
un mes caminando por el desierto sin rumbo fijo
Para llegar al punto de partida, en Mauritania, caminó durante un mes por el desierto. “Pagué 1.200 euros para subir a una patera, pero antes tenía que llegar Nouvadhibú”, eso fue lo más duro: “caminábamos de noche para evitar el calor del día, descansábamos apenas unos minutos y seguíamos”, explica.“Salimos treinta personas, pero solo llegamos cuatro”, los demás fallecieron en el camino. “Lo más difícil es sobrevivir y ver cómo los compañeros morían de sed, teniendo tu agua”.
Aquel dinero que llevaba, sus únicos ahorros, lo escondió en el interior de las zapatillas deportivas. “Los militares nos apresaron, pero no lograron quitarme las zapatillas, conseguí esconder el dinero en el talón, lo abrí, metí el dinero, lo pegué y lo cosí ”.

La increíble historia de Kali
Conseguí esconder el dinero en el talón, lo abrí, metí el dinero, lo pegué y lo cosí
El camino por el desierto fue muy difícil porque no tenía ninguna referencia: “no teníamos brújula, ni siquiera sabía lo que era, nos guiábamos por el instinto y, gracias a los poblados que nos encontrábamos en el camino, que nos daba de comer, podíamos descansar ahí y nos marcaban el camino.”.
Las mafias lograron engañarlo
Al llegar a Nouvadhibú, descubrió que había sido engañado. “Me dieron que había un barco esperando, incluso con habitaciones, pero me encontré en una patera. En ese momento o subes o pierdes el dinero y decidió montarme”. Pero una vez más comenzaba otro camino muy duro: “estuvimos en alta mar durante tres días, pasé mucho miedo, vi cómo un compañero enfermaba y le tuvieron que cortar la pierna cuando llegó”. Muchos de ellos no tenían agua. “Vi cómo tomaban agua de mar, afortunadamente yo tenía la mía y por suerte nadie me la quitó”.
El tercer día se quedaron sin gasoil. “Fue a las cuatro de la tarde y pensé que ahí se acababa todo, pero cuando llegó la noche vimos las luces en la costa y las corrientes nos arrastraron a tierra”. Era Gran Canaria
A las cuatro de la tarde, nos quedamos sin gasoil, ahí pensé que se acababa todo
Kali fue acogido dentro de un centro de menores, donde pasó cuatro años. Allí conoció a mama Loly, una mujer que marcaría su vida: “Nos peleaba para que aprendiéramos, a mí me gustaba mucho el fútbol y me compraba camisetas del Madrid para que estudiara”, relata.

La increíble historia de Kali
abre su segunda frutería
Cuando cumplió 18 años, trabajó en diferentes oficios. "Pintura, construcción, agricultura, “La agricultura fue lo que marcó mi vida”, le enseñó el valor del esfuerzo y marcó su futuro. Con los años ahorró lo suficiente para abrir su primera frutería en el Cruce de Melenara, y recientemente ha inaugurado la segunda, en la carretera del Cardón. La ha bautizado con el nombre que resume toda su historia: La Patera. “No recuerdo cuando tomé la decisión de emprender, pero siempre he querido superarme a mí mismo”, asegura. “Con mucho trabajo logré abrir las dos fruterías”.
Cuando echa la mira atrás, se emociona. “Todavía me pregunto, cómo puede haber tanta gente buena en Gran Canaria. Desde el primer momento me ayudaron, la gente me trataba como uno más, como si me conocieran de toda la vida”. Afirma
La historia de Kali es mucho más que una historia de supervivencia. Es una lección de integración, gratitud y supervivencia. Detrás del dolor, del miedo y de un largo viaje por el desierto, floreció la esperanza. Kali representa a tantos que, aun perdiéndolo todo, mantienen su fe intacta en el futuro