Una adiestradora de Asturias lleva a un perro a un centro de día y la respuesta de los mayores le saca una sonrisa: "Es increíble"

Marga Zakzewska desarrolla un trabajo que ayuda a personas mayores con depresión a recuperar la ilusión y la conexión con los demás

Perro de terapia
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COPE Asturias

Perro de terapia | EFE

Yolanda Montero

Oviedo - Publicado el

2 min lectura

Los perros de terapia se han convertido en un recurso fundamental contra la soledad no deseada y las depresiones severas. En varios centros de día y residencias de Oviedo, su presencia ha cambiado la rutina de muchas personas mayores que, tras meses sin apenas moverse o salir de la cama, han vuelto a pasear, relacionarse y recuperar el ánimo.  

En algunos casos, el simple hecho de que el perro se acerque, apoye la cabeza o espere una caricia basta para que el usuario reaccione. Esa interacción —aparentemente sencilla— marca el inicio de una recuperación emocional que va mucho más allá del ejercicio o la compañía.  

 Depresión y recuperación  

El proyecto lleva más de un año en marcha y los resultados son evidentes. Marga Zakzewska, adiestradora de perros de terapia, ha contado en COPE cómo estas sesiones están ayudando a personas con depresiones muy profundas, algunas de ellas que llevaban meses sin levantarse de la cama ni mantener conversación con nadie.  

Empezamos con personas con depresión que no salían de la cama, y hoy bailan, pasean y sonríen. Ver esa primera sonrisa es algo increíble”, ha relatado. La presencia de los perros logra romper el aislamiento, favorecer el contacto y devolver rutinas que parecían perdidas. En muchas ocasiones, los usuarios esperan las sesiones con ilusión y preparan pequeñas tareas o juegos para “sus compañeros” de cuatro patas.  

Una adiestradora con un perro de terapia

Marta Pérez | EFE

Una adiestradora con un perro de terapia

Aprender a comunicarse    

En estas terapias, los perros también aprenden a comunicarse. Zakzewska explica que se les entrena para reconocer gestos y señales, algo esencial cuando las personas mayores tienen dificultades de habla o movilidad.   “Los hemos enseñado no solo con tonos, sino también con gestos”, ha explicado. En esas sesiones, si una persona no puede dar una orden verbal, el perro la interpreta igualmente gracias al movimiento de las manos o a pequeñas indicaciones visuales.  

Para reforzar la coordinación, se realizan ejercicios físicos y mentales adaptados. “Por ejemplo, si alguien tiene artrosis, debe enrollar un pequeño rulo para conseguir una carta con la orden que después debe dar al perro”, ha contado la entrenadora. Ese gesto sencillo, además de trabajar la movilidad, activa la memoria, la atención y la comunicación. De esta forma, los animales son capaces de entender lo que la persona quiere transmitir, aunque no pueda expresarlo con palabras. Un aprendizaje mutuo que demuestra que, incluso cuando el lenguaje falla, la conexión emocional sigue intacta.  

 Estos días, Marga Zakzewska participa en el IV Congreso Internacional de Intervención Asistida con Perros, que se celebra en la Facultad de Formación del Profesorado y Educación de Oviedo, donde comparte su experiencia sobre cómo el vínculo entre personas y animales puede mejorar la salud mental y el bienestar emocional.  

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