Deborah, tercera generación de castañeras en Gijón: "Hay relevo generacional entre los clientes, pero hay otros peligros para este oficio"
Tiene un puesto de castañas asadas en el céntrico Paseo de Begoña, y le preocupa la meteorología: alerta de que los incendios y el descenso de las lluvias hacen que haya menos frutos y disparan los precios

Castañas asadas | Pixabay
Asturias - Publicado el - Actualizado
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Desde su puesto en el Paseo de Begoña de Gijón, Deborah mira al futuro con una mezcla de orgullo y preocupación. La tradición familiar de vender castañas, que ya suma tres generaciones y cerca de 40 años de historia, se enfrenta a su mayor amenaza: el cambio climático.
"La única dificultad es el clima", asegura. Por un lado, la sequía. Por otro, los incendios que han quemado "media España", afectando gravemente a la producción. Como consecuencia, los costes se han disparado, pero ella ha tomado una decisión para proteger a su clientela: mantener el precio de su 'cucurucho'. "Preferimos perder nosotros y ganar un poco menos, pero que la gente siga viniendo", asegura.
Una saga de mujeres emprendedoras
La historia de este negocio es también la historia de su familia. Todo comenzó con la visión de su abuela, quien se preguntó cómo podía sacarle partido a "un producto tan bueno que está tirado en el monte y nadie mira por él". Fue su madre quien dio el primer paso, instalándose con "una chapina" en la calle Corrida.

Castañas
Tras conseguir los permisos del Ayuntamiento, fue su abuela quien diseñó las icónicas casetas y el horno que hoy utilizan las castañeras de Gijón. "Tenía que haber sacado la patente, pero ella ayudaba a todo el mundo", recuerda Deborah. Su generosidad hizo que el oficio se extendiera entre familiares y amigas.
Este espíritu de autosuficiencia forjó un fuerte carácter matriarcal en la familia. "Nos acostumbraron más a ser una familia matriarcal, a que las mujeres saliéramos adelante por nosotras mismas", explica, recordando que su abuela era viuda.
El relevo está en la calle
A pesar de las dificultades, Deborah es optimista sobre la continuidad de la tradición de las castañas asadas. El relevo generacional no le preocupa, ya que la clientela se renueva constantemente.

Puesto de castañas asadas en La Acerona de Gijón
"Vienen muchos chavales y niños que conocí cuando venían con sus padres y que ahora, con 16 o 19 años, vienen con sus amigos", cuenta con una sonrisa. La temporada, que arranca en el Puente del Pilar, y vive su apogeo en noviembre y diciembre. "Presta que vengan adolescentes a comprarte castañas asadas", confiesa.
Vienen niños y adolescentes a comprar castañas asadas... la tradición se puede perder por el clima; por lo demás, no"
Castañera en Gijón

Cucurucho con castañas asadas
Para Deborah, el verdadero peligro no está en la falta de interés del público, sino en el origen del producto. La supervivencia del oficio depende de la salud de los montes y de un clima favorable. Concluye con una reflexión clara: la tradición de las castañas asadas "se puede perder por el clima; por lo demás, no".
Este contenido ha sido creado por el equipo editorial con la asistencia de herramientas de IA.



