Un niño pide un olivo a los Reyes Magos para fundar el equipo de fútbol de su pueblo

“Queridos Reyes Magos, este año no he pensado mucho y lo que quiero es un olivo”. Así comienza la carta de un niño de Oliete (Teruel) que, en lugar de juguetes, tiene un sueño mucho mayor: fundar el equipo de fútbol del pueblo, el Deportivo Oliete. Su lógica es aplastante: en el pueblo no son suficientes para formar un equipo, pero ha observado que cada vez que alguien apadrina un olivo a través de la iniciativa Apadrinaunolivo.org, llegan familias nuevas y, con ellas, niños. Su petición es clara: necesita un delantero, un portero, un defensa y un entrenador, y confía en que un nuevo olivo apadrinado pueda ser el comienzo para conseguirlo.

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Un niño pide un olivo a los Reyes para su pueblo

La misiva de este pequeño se ha convertido en el alma de la campaña de Navidad de la asociación sin ánimo de lucro Apadrinaunolivo.org. Su cofundador, Alberto Alfonso, explica que el proyecto nació para “recuperar 100.000 olivos centenarios que están abandonados principalmente por ausencia de relevo generacional”. Los abuelos ya no pueden trabajarlos y los hijos y nietos emigraron. Desde 2014, la organización trabaja para revertir este abandono, que es también el abandono del pueblo.

Un proyecto que recupera vida

La iniciativa es un ejemplo de economía circular y desarrollo social. Cualquier persona puede apadrinar un olivo a través de su página web, ponerle un nombre y visitarlo. A cambio de una aportación anual, los padrinos y madrinas reciben fotografías del proceso de recuperación y 2 litros de aceite elaborado con las olivas de los árboles recuperados. Gracias al apoyo de 10.500 colaboradores de 28 países, ya se han recuperado más de 30.000 olivos. El proyecto, además, genera empleo para personas con discapacidad o en riesgo de exclusión e impulsa el papel de la mujer rural.

Es un proyecto social y medioambiental, y está recuperando ilusión para el pueblo, generando vida, generando trabajo y generando oportunidades"

Alberto Alfonso

Cofundador de Apadrina un olivo

Como explica Alberto Alfonso, se trata de “un proyecto social y medioambiental, y está recuperando ilusión para el pueblo, generando vida, generando trabajo y generando oportunidades”. La iniciativa conecta el mundo urbano con el rural, invitando a la gente a conocer la comarca y su patrimonio. “Estoy seguro que si me traéis un olivo y muchas personas también piden 1, acabaremos teniendo nuestro equipo de fútbol”, concluye el pequeño en su carta, una frase que resume la esperanza que ha vuelto a la localidad.

El renacer de un pueblo

El impacto más visible del proyecto es el futuro. Oliete ha visto cómo su escuela pasaba de tener solo 4 niños a 27 en la actualidad, en gran parte gracias a los hijos de los trabajadores contratados por la asociación. “Un pueblo sin escuela es un pueblo muerto, un pueblo con niños es un pueblo de futuro”, afirma Alfonso. Este renacer demográfico es clave para mantener los servicios básicos que sostienen a una comunidad: médico, tiendas, bares y ocio.

El caso de Oliete es un espejo de la España vaciada. Alberto Alfonso recuerda cómo su propio padre, nacido en 1950, le contaba que “cada semana se iba una familia”. Un éxodo poblacional que comenzó en los años 60 hacia Barcelona y que más tarde continuó hacia Zaragoza. Frente a esa sangría demográfica, proyectos como Apadrina un Olivo demuestran que es posible revertir la tendencia y generar esperanza a través del emprendimiento y la puesta en valor de los recursos locales.

Un regalo de Navidad con alma

La campaña de Navidad de este año se centra en tres pilares: la falta de relevo generacional, la dificultad de acceso a la vivienda y el futuro de los niños. Apadrinar un olivo se presenta así como “un regalo original y solidario”, una forma de decir “sí al presente y futuro del medio rural”. Un gesto que no solo regala un aceite excepcional, sino que contribuye a que un niño pueda, algún día, marcar un gol con la camiseta del Deportivo Ollete.