La expresión que se ha puesto de moda entre los menores y que horroriza a psicólogos: "Ojalá te suicides"
El aislamiento pospandemia y el uso de redes sociales disparan un malestar emocional que miles de adolescentes expresan con gestos lesivos para comunicar su sufrimiento

El suicidio se ha consolidado como la primera causa de muerte no natural entre los jóvenes
Sevilla - Publicado el
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El suicidio se ha consolidado como la primera causa de muerte no natural entre nuestros jóvenes. Una realidad alarmante que, sin embargo, esconde una tendencia aún más preocupante. Tras el pico de fallecimientos registrado durante la pospandemia, las cifras de suicidios consumados parecen haberse estabilizado.
Los expertos apuntan a un fenómeno que se ha multiplicado de forma silenciosa: los gestos suicidas y las autolesiones sin intención de morir han aumentado hasta 50 veces, un indicativo del profundo malestar emocional que atraviesa la adolescencia. Así lo explica la doctora Azucena Díez, directora de la unidad de psiquiatría infantil y adolescente de la Clínica Universidad de Navarra.
La herida invisible de la pandemia
Los años 2021 y 2022 supusieron un punto de inflexión dramático. La doctora Díez recuerda cómo las cifras de suicidios en adolescentes comenzaron a crecer de manera "exponencial", generando una gran alarma social y sanitaria. "En menores de 15 años había siete casos, al año siguiente catorce, al año siguiente veintiuna. Era una cifra nunca vista". Una cifra que preocupa a los expertos. Y mucho.
A partir de 2023, los datos oficiales reflejan una estabilización en el número de fallecimientos por esta causa, e incluso un ligero descenso. Sin embargo, tras esta aparente mejora hay una realidad mucho más compleja. "La conversación sobre el suicidio ha dejado de ser un tabú, lo que ha permitido visibilizar un problema latente, pero es en las conductas no letales donde reside ahora el principal foco de preocupación para los especialistas en salud mental".
Los cortes superficiales y otras autolesiones se han multiplicado por 50
Directora de la unidad de psiquiatría infantil y adolescente de la Clínica Universidad de Navarra
La doctora Díez subraya que, aunque los suicidios consumados se hayan estabilizado, "siguen disparados los gestos suicidas y las autolesiones". Este tipo de comportamientos, como los cortes superficiales o las sobreingestas de medicamentos , se han multiplicado "aproximadamente por 50".
La doctora nos cuenta en COPE Andalucía que lo más desconcertante es que al preguntar a estos jóvenes por su intención, la respuesta es casi siempre la misma: no querían morir. "Es cuando sociológicamente nos preguntamos qué está ocurriendo en estas generaciones para tener que estar demostrando su malestar con toda esta serie de gestos tan enfermizos y que no puedan pedir ayuda".
Un estilo de vida digital que no ayuda
Cuatro años después del estallido de la pandemia, los expertos ya pueden hablar con "contundencia" sobre sus efectos. La doctora señala directamente al aislamiento social y al "aumento tan brutal que había del mal uso de Internet y redes sociales" como factores clave.
El actual sistema de comunicación de los jóvenes, que pasan un mínimo de "tres o cuatro horas en pantallas", les roba tiempo de interacción real, ejercicio físico y exposición a la luz solar, elementos fundamentales para el bienestar psicológico.

Según los estudios, los jóvenes dedican la mayor parte del tiempo libre a las pantallas
La inmediatez y la frivolidad relacionada con todo lo superficial que producen plataformas como TikTok o Instagram generan, según la experta, "expectativas falsas de lo que hay que ser y hacer". Esta desconexión con la realidad, sumada a la falta de experiencias vitales auténticas, crea un caldo de cultivo perfecto para el malestar emocional, un estado que, si bien no es un trastorno psiquiátrico en sí mismo, sí se asocia directamente con un incremento de las autolesiones y los gestos suicidas.
más vulnerables
Aunque cada caso es único, sí existe un perfil de mayor vulnerabilidad. Las chicas cometen muchos más intentos de suicidio como forma de comunicación o petición de ayuda, aunque los suicidios consumados siguen siendo más frecuentes en varones. Otros factores de riesgo significativos son la falta de estructura familiar o la mala comunicación dentro de ella, la experiencia de la inmigración y la pertenencia a un colectivo minoritario, como el LGBTI.
Sin embargo, uno de los factores que se replica con más consistencia es el antecedente de haber sufrido maltrato de cualquier tipo. Esto incluye el acoso escolar, el abuso sexual, físico o psicológico, tanto en el entorno social como en el familiar. Y nos cuenta la doctora, que entre los menores parece instalarse una mod. Cuando alguno quiere insultar a otro, le dice: "Ojalá te suicides". Ante este panorama, la doctora es tajante sobre el papel de la sociedad: la responsabilidad es "toda".
Es vital crear un entorno seguro donde los adolescentes se atrevan en un momento dado a pedir ayuda
Directora de la unidad de psiquiatría infantil y adolescente de la Clínica Universidad de Navarra
En el núcleo familiar, la labor es fundamental. "Las familias lo que tenemos que hacer es promover bienestar y una buena comunicación", insiste la doctora. "Es vital crear un entorno seguro donde los adolescentes se atrevan en un momento dado a pedir ayuda". Esto implica también una labor activa de cuidado, obligando a veces a mantener hábitos saludables como el deporte o limitando las conductas de aislamiento.
uan terapia a tres
Cuando un menor llega a consulta, el equipo de salud mental no tiene un solo paciente, sino "como mínimo tres", ya que la familia es una parte indisociable del tratamiento. "Si el equipo funciona bien, la familia apoya, es una maravilla trabajar con ellos", asegura Díez. Por el contrario, si los padres presentan sus propias dificultades, el proceso se vuelve más complejo.
En los casos más graves son necesarios ingresos hospitalarios, pero el objetivo es siempre el mismo: enseñar al paciente a conocerse, a identificar sus desencadenantes y a aprender "conductas alternativas", como pedir ayuda antes de llegar a una crisis. La terapia, que puede durar desde un par de consultas en casos puntuales hasta uno o dos años de acompañamiento, pretende guiar y acompañar al adolescente a través de la "montaña rusa" emocional que atraviesa. Como insiste la doctora Díez, la responsabilidad es de todos.



