CAMINAR EN MAYÚSCULAS | 03 ABR 2025 |

En este tiempo de Cuaresma he vuelto a leer el libro “Mi Cristo Roto” de Ramón Cué, un libro sobre sus charlas cuaresmales que se pronunciaron por televisión en los años sesenta del siglo XX. A pesar de su antigüedad, estas Conferencias Cuaresmales gozan de gran vigencia. De ellas se pueden extraer mensajes muy claros si queremos vivir nuestro cristianismo lo más fiel posible. En pocos días vamos a disfrutar por las calles de nuestros pueblos y ciudades de bellas imágenes de Cristos Crucificados a los que se les muestra gran cariño y devoción; pero nada de esto vale si nos quedamos solo en la belleza de una obra de arte; nada de esto vale si con ello tranquilizamos nuestra conciencia y nos escondemos del dolor ajeno, si huimos del sufrimiento de tantos Cristos feos, rotos y sufrientes que necesitan de nuestro amor. Ante la imagen de un Cristo mutilado, al que le falta media pierna, un brazo entero y la cara, cabe reflexionar que yo soy esa pierna, ese brazo y esa cara que Él necesita para ayudar a los demás.

Miguel Lechuga Viedma