¿Cómo evitar un golpe de calor durante el embarazo? Consejos, recomendaciones y cómo actuar durante la ola de calor

Las altas temperaturas del verano suponen un riesgo real para las mujeres embarazadas, especialmente en el segundo y tercer trimestre. Una experta en ginecología alerta sobre los peligros de la deshidratación y el golpe de calor, y ofrece las claves para proteger a la madre y al feto.

Imagen de recurso de una mujer embarazada
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Elías Luis Grao

Entrevista a Susana Rodríguez Falcón, ginecóloga

Elías Luis Grao

Huelva - Publicado el

3 min lectura

En plena segunda ola de calor del verano, las advertencias sanitarias vuelven a activarse para proteger a los colectivos más vulnerables. Entre ellos, además de los niños y las personas mayores, se encuentran también las mujeres embarazadas, un grupo especialmente sensible a los efectos de las temperaturas extremas.

Susana Rodríguez Falcón, ginecóloga del Colegio de Médicos de Huelva, advierte que durante el embarazo el metabolismo aumenta y, con él, la temperatura corporal. “Las embarazadas tienen mayor temperatura de lo habitual y pierden más líquido, por lo que tienen mayor riesgo de deshidratación”, afirma.

Según explica, el embarazo implica también cambios circulatorios importantes: una mujer embarazada maneja hasta un 50 % más de volumen sanguíneo que una no embarazada. Esto provoca mayor tendencia a la hipotensión, mareos, agotamiento y sensación de fatiga, a lo que se suma un desajuste hormonal que altera el centro regulador de la temperatura corporal.

Por todo ello, Rodríguez Falcón recomienda evitar la exposición al calor en las horas centrales del día y mantenerse hidratada constantemente, incluso sin tener sed. “La hidratación continua ayuda a mantener la temperatura corporal estable”, sostiene.

Entre las recomendaciones que ofrece se encuentran el uso de ropa ligera de fibras naturales, las duchas frecuentes, y el descanso en lugares frescos con buena ventilación. También insiste en evitar cambios bruscos de temperatura: “El aire acondicionado no debería ponerse por debajo de los 24 grados”.

Respecto al baño en playa o piscina, recomienda entrar al agua de forma gradual, comenzando por las extremidades, muñecas y la nuca, para que el cuerpo se adapte sin sufrir un cambio brusco.

La ginecóloga detalla que, aunque las embarazadas son más vulnerables en el segundo y tercer trimestre, el primer trimestre también requiere especial precaución. “Una temperatura corporal superior a 38 grados durante varias horas puede derivar en anomalías fetales o incluso aumentar el riesgo de aborto”, señala.

Ambientes como cocinas, campos de cultivo o zonas de ocio con calor acumulado, así como saunas o jacuzzis, deben evitarse en cualquier etapa del embarazo. En los últimos meses de gestación, además, aumentan los edemas, náuseas, vómitos, sudoración y, en consecuencia, el riesgo de golpe de calor.

En contextos laborales donde el calor es inevitable, Rodríguez Falcón aconseja adaptar el puesto de trabajo. “La embarazada debe hidratarse continuamente, hacer pausas, refrescarse con compresas frías, mojarse cara y manos, y descansar en zonas ventiladas o con aire acondicionado”, propone.

Para el entorno familiar y social, la doctora recuerda que el acompañamiento y la observación son clave. “Si vamos a la playa, es mejor que ella permanezca a la sombra y reciba líquidos con frecuencia”, añade. En el trabajo, insiste, deben ofrecerse espacios frescos y adecuados.

Sobre los signos de alarma que deben alertar tanto a la embarazada como a su entorno, destaca algunos síntomas claros de deshidratación: “sed extrema, boca seca, orina oscura, mareos, bajadas de tensión”. Si aparecen síntomas más graves como fiebre alta, piel roja y caliente, palpitaciones, respiración acelerada, confusión o visión borrosa, es posible que se esté ante un golpe de calor.

En ese caso, Rodríguez Falcón detalla cómo actuar: colocar a la embarazada en la sombra, quitarle ropa, aplicar paños fríos, sumergirla en agua tibia, y, si está consciente, ofrecerle líquidos. Y, por supuesto, contactar de inmediato con los servicios sanitarios.

Debemos estar atentos y actuar rápido”, concluye la ginecóloga, que insiste en que la prevención y el cuidado en estos meses de calor extremo son claves para garantizar el bienestar tanto de la madre como del bebé.

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