La guitarra también suena bien con ocho cuerdas en las manos de Raphaella Smits

Había despertado gran expectación la actuación de Raphaella Smits en el Festival de la Guitarra de Granada, especialmente por su interpretación con una guitarra de ocho cuerdas. El interés creció aún más cuando la artista apareció en el escenario con un instrumento fabricado hace dos siglos en la región francesa de Mirecourt, entonces uno de los centros más afamados de producción guitarrera en Europa. La guitarra había sido modificada para incorporar las ocho cuerdas, añadiendo dos graves. Aunque de un tamaño menor al de los instrumentos actuales, su sonoridad resultaba poderosa y permitía un empaste muy limpio entre todas las notas.

Un sonido marcado por la belleza

El resultado fue brillante. Su instrumento acentuaba los graves y ofrecía un cuerpo distinto a la música. Fueron especialmente bellas las interpretaciones de obras de Fernando Sor y de una destreza notable su adaptación al repertorio barroco. Al término de su actuación, cabe preguntarse si en el futuro continuará imponiéndose la guitarra tradicional o si cobrarán protagonismo modelos como el que Smits utiliza. Lo cierto es que, aunque desde hace más de medio siglo existen propuestas similares, que han demostrado ser convincentes, aún no han logrado desbancar al instrumento clásico de seis cuerdas.

Cuando concluyó el programa previsto, Raphaella Smits quiso agradecer los aplausos recibidos con una versión del famoso tema popular concebido precisamente en Francia, y del que se han escrito múltiples variaciones habituales en muchos repertorios clásicos. Mambrú se fue a la guerra fue la composición elegida, que, pese a su sencillez, llevada al contexto de la guitarra clásica, se revela como una pieza llena de matices, los cuales supo captar con extraordinaria sensibilidad.