Si hablamos de cerveza, ¿qué es lo primero que se nos viene a la cabeza? Seguramente sea su sabor y ese primer sorbo tan refrescante cuando la bebemos. La cerveza se ha convertido en una de las bebidas más consumidas en la actualidad y, como bien sabe todo el mundo, está compuesta por agua, cebada y lúpulo, una receta tradicional a la que se le suman, cada vez más, diversos ingredientes con los que aparecen novedosos y atrevidos sabores en el mercado.

Esta composición le aporta a la cerveza una gran cantidad de propiedades a nivel nutricional en la que destacan una fuente importante de aminoácidos, carbohidratos, vitaminas o ácidos orgánicos, entre otros. Su bajo contenido calórico hace que pueda incluirse dentro de una dieta equilibrada combinada con la realización de ejercicio físico. Eso sí, siempre bebida con moderación y responsabilidad.

La cerveza es, para mucha gente, una gran desconocida en referencia a los beneficios que puede aportar a la salud de nuestro cuerpo. Esta bebida, refrescante y espumosa, ingerida con moderación posee una importante cantidad de beneficios que la gran mayoría ignora.

Uno de los que todo el mundo conoce es el de tomar una cerveza después de realizar algún tipo de ejercicio físico, esto es consecuencia de su rápida y efectiva rehidratación.

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Beneficios de la cerveza

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Como bien dice un proverbio alemán, 'la cerveza es la mejor farmacia', y es que la mayoría de tipos de esta bebida coinciden en un mismo aspecto, los beneficios fisiológicos que su consumo moderado aportan a nuestro organismo. Como ya hemos mencionado, son numerosos los nutrientes y propiedades que se encuentran en ella, razón de más por la que sus beneficios son muy abudantes.

La cerveza es una bebida diurética y nutritiva como consecuencia de su alto porcentaje de magnesio, fósforo y potasio, lo que hace que su consumo moderado ayude en la prevención contra la formación de cálculos y piedras en las vías urinarias.

Consumirla de forma responsable está relacionado, además, con un menor riesgo de cardiopatías isquémicas, favoreciendo la función cardiaca y contribuyendo a la reducción del riesgo cardiovascular.

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Esta deliciosa bebida ayuda a mejorar en la prevención de los síntomas de la menopausia o la osteoporosis, consecuencia del silicio que se encuentra presente en ella. El silicio es un ingrediente que promueve la densidad ósea y evita la pérdida del hueso, lo que ayuda a reducir el riesgo de fracturas y osteoporosis.

Los componentes presentes en la cerveza, más de 2.000, hacen que tenga una gran cantidad de propiedades antioxidantes. Esto hace que su consumo, siempre moderado, pueda proteger al organismo de la oxidación o el envejecimiento de las células.

Otros beneficios que también aporta al organismo están relacionados con la prevención y ayuda en el control de la diabetes; el aporte de ácido fólico en las mujeres durante la época del embarazo; la mejora del sistema inmunológico; o la protección contra enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer. Todos estos beneficios están relacionados con un consumo moderado de cerveza.

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La manera perfecta de servirla

Para que una cerveza sea servida de la manera adecuada, debe generar en el vaso alrededor de 1.5 a 2 cm de espuma. Si queremos lograr que a la hora de consumirla esté en perfectas condiciones, debemos seguir los siguientes pasos:

-En primer lugar debemos colocar el vaso entre unos 20 y 45 grados de inclinación.

-Posterior a esto, lo que haremos será comenzar a servir la cerveza a una velocidad moderada.

-Una vez que el nivel de la cerveza empiece a acercarse al borde del vaso, debemos enderezarlo hasta una posición completamente vertical (90 grados) mientras se termina de servir el contenido.

De este modo, podremos disfrutar de una cerveza servida de forma correcta, además de poder apreciar todos sus aromas y matices.

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