La provincia de Cádiz había venido llamando la atención del resto de una región tan devota y cofrade como la andaluza que, tras dos años sin Semana Santa procesional, sueña que la primavera de 2022 sea la que brinde todo aquello que se perdió con la llegada del virus. Los primeros traslados, aun en parihuelas, ponían estos meses de verano la mirada de todos en Jerez de la Frontera. En todos los casos se daba por hecho que lo importante era recuperar el culto externo en cuantos más elementos fuera posible. Y en casi todos se sabía que, para ello, era preciso despoblar las trabajaderas, el lugar en el que era inevitable faltar a la distancia social que se ha venido imponiendo.

Pero han vuelto los costaleros. Y ha sido en Arcos de la Frontera que ha vivido una tarde-noche del sábado 11 de septiembre de 2021 para la historia. En primer lugar porquer ha sido ello, la historia de la cofradía, los 450 años que se conmemoran de la fundación de la Real, Muy Ilustre, Antigua, Venerable y Santa Hermandad del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, Nuestra Señora de la Soledad y Santo Sepulcro como se llama, lo que motivaba la salida aprobada por el Obispado de Asidonia-Jerez. Pero un segundo logro, quizá secundario para los organizadores pero elemento primordial para cuantos, dentro y desde fuera de la localidad, ansiaban la vuelta de 'los hombres de abajo'.

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Y esta procesión extraordinaria ha constituido un antes un antes y un despues para la piedad popular sureña tan azotada, como tantos otros terrenos de la vida social, cultural y religiosa, por el Covid 19. Ha sido la primera a todos los efectos con costaleros y también acompañamiento musical tras el paso. Si eso ha sido posible en septiembre, y todos creyéramos firmamente en el compromiso con la salud pública y no perdieramos el respeto a cuanto vaya siendo posible poner en práctica, medio año de hipotética mejora sanitaria, por lenta que fuera, ha soñar a los cofrades de toda Andalucía y fuera de ella con esas procesiones que conmemoren la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Ante la fachada del imponente templo de San Pedro, una cruz de guía de estreno ha abierto el cortejo de la esperanza convertido en camino que ha llevado permanentemente hacia Ella. La dificultosa bajada de la escalinata de la iglesia, primer esfuerzo de la cuadrilla en la que tantos encontraban la soñada imagen en las calles, se ha convertido en inicio de un recorrido en el que la Soledad, vistiendo la saya de Grande de León estrenada recientemente, la corona de Vilarreal y su manto de cada tarde de Viernes Santo. Peores escalones ha bajado la sociedad durante año y medio, así que éstos sabían a gloria bendita. Bendita por la presencia de María Santísima en la calle, claro está.

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'Siempre la Esperanza', primera marcha tocada en la calle tras el Himno por la Banda Maestro Dueñas de El Puerto de Santa María, era toda una declaración de intenciones, un emblema como toda la procesión para quienes, particularmente desde toda la comunidad autónoma, comienzan a preparar el espíritu para una primavera que -no faltan quienes dicen "sí o sí"- podría traer momentos pletóricos a la vida de fe, a la carismática condición de cofrades o a quienes son meros admiradores de la Semanan Santa. Arcos de la Frontera ha enseñado el camino, a todos toca ahora que sea ganada la posibilidad presentada ayer en el pintoresco callejero de esta localidad gaditana.

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