Fayna relata su infierno con Carlos 'El Yoyas': "Cogerme por el cuello era habitual"
La exconcursante de "Gran Hermano" detalla las vejaciones y agresiones a las que fue sometida durante más de 16 años

Fayna relata su infierno con Carlos 'El Yoyas': "Cogerme por el cuello era habitual"
Madrid - Publicado el - Actualizado
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El Juzgado de lo Penal Número 5 de Las Palmas de Gran Canaria condenó el pasado 11 de diciembre a Carlos 'El Yoyas', exconcursante del programa de televisión Gran Hermano, a cinco años y ocho meses de cárcel por maltrato habitual dentro del ámbito familiar. Fayna Bethancourt, pareja de Carlos desde la participación de ambos en el famoso reality, ha contado esta semana a la revista "Lecturas" con toda crudeza el infierno que ha vivido todos estos años.
Fayna no está contenta por la condena impuesto contra su expareja, pero sí "aliviada". La canaria asegura que la violencia física y psicológica es progresiva y que ella fue su víctima perfecta porque era "joven e ingenua". "Al principio de la relación me prohibía cosas, como ir a lavar el coche. Me decía que lavando el coche se hacen posturitas", señalaba. Cuando Fayna se compraba vestidos bonitos, él le decía que eran idóneos para limpiar pero no para lucirlos en alguna cena o por la calle. Tampoco le permitía tener contraseña en el móvil y le alejó de su familia.
Después, llegó la violencia física. "Un pisotón para que te calles, me apretaba la rodilla o la mano hasta tal punto que se me saltaban las lágrimas", relata. Luego hubo empujones y patadas y finalmente, la primera paliza delante de sus hijos. "Me cogió y pensé que no me iba a soltar. Me asusté muchísimo. Mi hijo de tres años intentó salir en mi defensa echándole un batido de fresa encima. Eso me marcó mucho. Cuando los niños salían en mi defensa, él se enfurecía más (...) Me encerró en el cuarto, me tiró encima de la cama y me dijo: '¿Qué te rompo primero, las costillas o el brazo?'".
Fue precisamente el amor por sus hijos lo que le hizo romper con esa vida tan horrorosa. Cogerle el cuello era lo habitual pero intentaba no dejarle marcas en la cara. "Moretonea en el cuerpo, de puñetazos, sí tuve", explica. Llegó incluso a dormir con un lápiz afilado en la cama.
Ahora, Fayna ha comenzado una nueva relación y es feliz. La sentencia le permitirá alcanzar ese alivio que durante años anhelaba e intentar olvidar aquellos años tan horribles junto al padre de sus hijos. Su único pensamiento ahora son sus hijos, que también tendrán que someterse al proceso de olvidar las vejaciones que su padre inflingía a su madre.
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