La besamel no es un plato en sí, pero todos somos conocedores de la importancia que tiene en muchos de ellos. Es más, hay ciertas comidas que sin la besamel no tendrían el éxito que tienen, o que directamente, serían un fiasco. Por eso en esta ocasión, y como hacemos todas la semanas, os vamos a contar la historia de dónde proviene el nombre de esta salsa hecha a base de harina, leche y mantequilla o aceite, según dónde nos encontremos.

En realidad, es la adaptación española del nombre francés “béchamel” y tiene un origen de todo rocambolesco. Todavía hoy, en pleno 2019, seguimos sin saber con exactitud el provenir de esta rica salsa. Hay varias teorías, unas más aceptadas que las otras, que tratan de explicar dónde fue elaborada por primera vez y por quién. Aunque nosotros nos hemos centrado en las dos más aceptadas históricamente.

Vamos con la primera teoría. En ella, los italianos tratan de apropiarse de la besamel como invento de los cocineros de Catalina de Medici (1519-1589). Al parecer, fueron ellos quienes inventaron esta salsa cuando acompañaron a su señora a Francia para desposarse con Enrique II de Orleáns, en 1533. Pero hasta aquí podemos leer. No existen pruebas de ningún tipo capaces de refutar esta historia, por lo que pasaremos a la siguiente, y en principio, la que está más aceptada.

La mayoría de los historiadores coinciden en indicar que fue en la cocina del rey francés Luis XIV, el lugar en el que la besamel vino a nacer. Lo hizo a manos de su cocinero, François Pierre de la Varenne, quien según la versión más extendida ideó y creó la receta. Después, y tras el gran éxito, se puso el nombre en honor al jefe de la casa real, Louis de Bechamel (1630–1703), que era un gran aficionado a la cocina. 

Esta se trata de la versión más aceptada por su prueba blibiográfica. Porque el cocinero Varenne, escribió en 1651 un libro llamado: “Le Cuisinier Francois”. Y es en él, donde por primera vez en la historia se tiene constancia por escrito de la receta de la salsa.