feria virgen de consolación

Utrera, una auténtica fiesta

El Fandi y Escribano han salido a hombros tras cortar cuatro orejas y rabo cada uno. Curro Durán sólo pudo pasear un apéndice.

El Fandi y Manuel Escribano, a hombros este viernes en Utrera (Sevilla)

Álvaro Pastor

El Fandi y Manuel Escribano, a hombros este viernes en Utrera (Sevilla)

Redacción Toros

Publicado el - Actualizado

4 min lectura

Manuel Viera 

Resultó sorprendente ver los tendidos ocupados en la mitad del aforo de la plaza. Cemento sólo en los tendidos altos de sol. Todo un éxito de público no visto en los últimos años. Algo que se me ocurre esperanzador. Porque el toreo necesita de gente que acuda a las plazas. Un entendimiento entre protagonistas. Una compenetración muy especial entre toreros, empresa y público. Un diálogo constante para que todos ganen y el espectáculo no se pierda. 

Ahora bien, se echó en falta al aficionado. Y esto preocupa. Las corrida de toros en Utrera se está convirtiendo en una fiesta popular con un público sin una pizca de exigencia. Una gente que aplaude y lo jalea todo, sobre todo lo poco bueno y lo mucho malo. El poco aficionado existente queda tapado por la masa. Esta situación no la merece esta tierra de los encastes fundacionales del toro bravo. No lo merece Utrera. Si así seguimos las consecuencias no han de tardar en llegar.

El festejo ha sido una auténtica fiesta con escaso toreo de casi tres horas de duración. Sin embargo, nueve orejas y dos rabos cortados, e incluso conatos de indulto para un toro rajado al final. Poco faltó. Menos mal que todo acabó con la vuelta al ruedo al cornúpeta por delicadeza de la presidencia. Porque, pidieron el indulto a voces, sí, pero nadie pidió que asomara el pañuelo azul en el palco. ¡Qué cosas!

¿Y el toreo? Lo atisbó Manuel Escribano en el quinto de Castillejo de Huebra, un toro noble con calidad en sus embestidas, con el que el sevillano de Gerena demostró su capacidad para hacer una faena aparentemente simple, aunque siempre es producto de una compleja y dúctil elaboración técnica. Ejecutada desde su sensibilidad mostró la esencia de un toreo sin maquillaje basado en lo clásico de sus formas. El trasteo, dentro del buen gusto y sabor, tuvo momentos realmente emotivos que sirvieron de deleite para el aficionado. Cadencia, temple y ligazón con la derecha y lentitud en el trazo del natural. Un feo metisaca antes de la estocada no fue óbice para que Manuel paseara las dos orejas y el rabo.

Al segundo, noble y soso, lo banderilleó junto a Fandi destacando el tercer par al violín por los adentros. Después gustó con la izquierda en un trasteo donde el natural de mano baja y profundo fue lo mejor. Con la derecha faltó ligazón. Estocada desprendida y dos orejas.

El Fandi recibió al primero con tres largas cambiadas en el terció, y con esto se llevó a los tendidos de calle. Banderilleó con Escribano deleitando al público, basando después su faena en el toreo en redondo, circulares y más circulares y muchos pases de pecho en una faena sin apreturas. El bajonazo fue infame y pese a ello los dos orejas fueron a sus manos.

Mansito fue el cuarto al que el diestro de Granada lo banderilleó sin apreturas y le ejecutó una faena ligerita, de pases y pases, con la que también divirtió a los tendidos. La estocada le bastó, pero, he aquí, que las mulillas, tardan una enormidad en salir al ruedo y, cuando lo hacen, van hacia el toro a cámara lenta. Claro, mientras tanto el vocerío se hace ensordecedor pidiendo los despojos, y el presidente le es imposible aguantar la presión y los máximos trofeos fueron para un Fandi vulgar.

A Curro Durán nadie le puede negar su actitud y ganas de triunfo, y más en su plaza de Utrera. Al diestro local se le nota en el ruedo la presión, la necesidad del urgente triunfo. Sólo venía con una corrida a sus espaldas, y es obvio que esa falta de rodaje le resta seguridad. El tercero fue un toro noble, soso y parado al final. Un toro que se defendía en la muleta y no le dejaba ejecutar su toreo. Mejor con la derecha que con la izquierda. Dejó un estocada, pero se eternizó con el descabello.

Con el sexto, dijo su mejor versión al natural en lo inicios de faena. Fueron naturales bien trazados, templados, con cadencia, bien rematados con los de pecho. Con la derecha no fue igual, además se paró el toro y no le quiso pasar. Pichó antes de las estocada definitiva. Oreja.

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