SEVILLA
Talavante toreó de salón a “Galeón” y le cortó las orejas
En el festival de la solidaridad falló el toro y la tarde se hizo pesada y anodina. El Cid, Pablo Aguado y el novillero Manuel Domínguez fueron ovacionados.
Publicado el - Actualizado
3 min lectura
Manuel Viera
Vistió la Maestranza sus mejores galas en la tarde solidaría en la que se homenajeó a la dinastía Vázquez. Ambiente festivo en un nuevo Festival a beneficio de la acción social de las hermandades de San Bernardo y El Amor. Lleno en los tendidos y tres horas de función. El toro quitó ilusiones y dejó la tarde ayuna de toreo. Sólo Talavante con “Galeón”, premiado con la vuelta al ruedo, levantó pasiones. .
Una serie diestra de El Cid al complicado novillo de Espartaco fue lo más destacado de una lidia muy desigual. Muletazos que marcaron lo mejor del torero de Salteras que fue volteado de mala manera sin aparentes consecuencias. Por el pitón izquierdo non tuvo un pase. Media estocada le bastó para tumbarlo.
Fue Alejandro Talavante quien toreó con brillantez y expresividad al noble, pastueño y flojo novillo de Domingo Hernández al que llegaron a pedir el indulto. Absurdo. Fue una lidia con ambas manos de incuestionable atractivo, hecha despacio, dibujando el toreo en redondo y naturales emotivos. Dos de ellos fueron excepcionales. Cambios de manos y unas bernardinas de lujo prologaron una faena finiquitada con estocada.

Alejandro Talavante, durante su actuación en el festival benéfico de Sevilla
Juan Ortega poco pudo hacer con el manso utrero de Domingo Hernández. Una media verónica de peculiar estilo marcó diferencias con el capote. Brindó a Manolo Vázquez sin que lo hecho después alcanzara la alta nota deseada. Tras un comienzo de ayudados genuflexo todo quedó en nada. Dos naturales trazados con despaciosidad infinita destacaron en una lidia de intentos. De perfecta estocada acabó con el manso.
Tampoco Pablo Aguado con el soso toro de Talavante pudo expresar su toreo de forma contundente. Algún que otro momento interesante con la mano derecha, sobre todo en el toreo en redondo, templado y exquisito, destacó de la lidia. También el natural brilló por momentos en una faena que no terminó de cuajar. De una estocada lo finiquitó.
Manolo Vázquez se la tuvo que ver con un toro de Espartaco noble, muy soso y rajado. Algún que otro trazo a la verónica queda en el recuerdo. Sin embargo, la faena fue de escasos detalles de un toreo muy singular. Dibujó trazos con la derecha y casi nada pudo hacer con la mano izquierda ante un animal que huía de la tela. Hundió la espada pero se eternizó con el descabello. Al final el toro se echó.
El toro de Espartaco que le tocó en suerte a Javier Zulueta huía de su propia sombra. Corretón de salida, buscó la tablas y ni siquiera allí se quedó. Un manso inservible al que recibió de capote con un recorte de hinojos. Veroniqueó con lentitud y ritmo y ahí acabó todo. La lidia tras las banderillas fue un querer y no poder. Ni un sólo pase tras carrera continua detrás del animal que buscaba desesperadamente la salida. Lo cazó de media estocada.
El novillero sin picadores Manuel Domínguez lidió un eral de El Parralejo al que toreó muy bien a la verónica. Gustándose y gustando. Lo hizo muy despacio y con la cadencia de los elegidos. Chicuelinas simulando el quite y una faena de muleta prologada genuflexo con ayudados por alto para seguir con templados muletazos diestros bien hilvanados y rematados con los de pecho. Con la izquierda se mostró desigual. La estocada no fue buena y con el descabello acertó al quinto intento.