TOROS CIUDAD REAL
Pepe Moral y el francés Salenc salen a hombros en Santa Cruz de Mudela
Los diestros Pepe Moral y Adrien Salenc salieron a hombros al final de la corrida de toros celebrada este jueves en la bicentenaria plaza de toros del santuario de Las Virtudes, en la localidad ciudarrealeña de Santa Cruz de Mudela.
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Los diestros Pepe Moral y Adrien Salenc salieron a hombros al final de la corrida de toros celebrada este jueves en la bicentenaria plaza de toros del santuario de Las Virtudes, en la localidad ciudarrealeña de Santa Cruz de Mudela.
Con algo menos de media entrada de público en palcos y tendidos, se lidiaron seis toros de la ganadería de Las Monjas, muy bien presentados y justos de raza, de los que destacaron tercero y cuarto.
Pepe Moral: oreja y dos orejas.
Adrien Salenc: dos orejas y ovación.
Carlos Aranda: ovación en ambos.
Moral y Salenc salieron a hombros.
A la plaza de toros hexagonal del santuario de Las Virtudes llegó una cuajada corrida de Las Monjas, toda cinqueña, que no molestó pero que tampoco fue para tirar cohetes.
El que abrió plaza acusó querencia tablas y Pepe Moral vio condicionado su quehacer por tal circunstancia. Lo mejor de su actuación llegó en algunos naturales de hombros descolgados, aunque la faena no tomó altura como conjunto.
Muy manejable resultó el cuarto, que en las cuatro primeras tandas ofreció clase y humillación para, a continuación pararse por completo. El acople de Moral fue desigual, aunque una estocada cobrada al primer intento puso las dos orejas en sus manos.
El segundo "se dejó", sin más, con acometidas algo rebrincadas por su limitada fortaleza. Adrien Salenc le arrancó una oreja en base a un trasteo corajudo, sin excesivas contemplaciones estéticas, resultando herido leve en la pantorrilla izquierda después de un amago de voltereta. El deslucido quinto se defendió punteando los engaños y sin pasar.
Dos volteretas se pegó el tercero, que, a pesar de tal circunstancia, embistió con boyantía a las telas de Carlos Aranda, que pasó inédito con el capote. En el último tercio destacó una única tanda entonada de derechazos, que se diluyó en banderazos, buenas intenciones y escaso lucimiento.
El cierraplaza recibió dos puyazos y por eso se apagó pronto en el último tercio, que no pasó de ser una sucesión de probaturas, colocarse y quitarse por parte del torero daimieleño, que además pinchó con la espada.



