MADRID - 16ª SAN ISIDRO

Juan de Castilla, héroe entre la mansedumbre de Dolores Aguirre

Una corrida deslucida del hierro sevillano no impidió que el colombiano firmara una tarde muy seria y diese una vuelta al ruedo tras caer herido en su primero.

Madrid, 27 de mayo de 2025. Vuelta al ruedo para Juan de Castilla
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Madrid, 27 de mayo de 2025. Vuelta al ruedo para Juan de Castilla

Sixto Naranjo Sanchidrian

Publicado el - Actualizado

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La corrida de Dolores Aguirre, marcada por su habitual dureza, cayó esta vez en el pozo de la mansedumbre sin entrega. Toros muy desiguales de presentación, descompuestos, sin raza ni clase, pero con un peligro sordo, se enfrentaron a una terna dispuesta y castigada, en especial un Juan de Castilla que toreó herido y emocionó a Madrid con su valor sin fisuras.

El colombiano, que llegaba a Las Ventas en su única oportunidad de la temporada, fue todo corazón. En el tercero se la jugó de verdad ante un toro de feas hechuras, con poder en el cuello y sin fijeza, que lo cogió brutalmente al inicio de faena. El astado se vino al bulto, lo derribó como un depredador, hiriéndole en la espalda y en la zona genital. Pese a las lesiones, y tras cambiarse la taleguilla por unos pantalones cortos de calle, volvió a la cara del toro con una actitud conmovedora. Con paciencia y firmeza logró extraerle algunas embestidas sueltas, antes de recetar una estocada que tardó en hacer efecto. Aun así, el público reconoció su entrega con una sentida vuelta al ruedo, que debió haber concluido directamente en la enfermería.

Pero De Castilla quiso más. Volvió de la enfermería para recibir a portagayola al sexto, un mastodonte de 669 kilos, récord de la feria. En una escena dramática, le aguantó una larga cambiada de infarto. El toro, sin humillar, solo ofrecía acometidas violentas. Pese a su desgaste, el colombiano volvió a jugársela frente a una mole que solo buscaba atropellar. Tarde para tener en cuenta de cara a un futuro cercano y con mejor materia prima enfrente.

Damián Castaño, habitual ya en las corridas de este corte, encontró en el quinto –de pelo melocotón y mejor remate– la única opción del encierro. El animal, manso en varas pero con cierta movilidad por el derecho, permitió una serie estimable, aunque la faena se deshilachó por falta de acople. Una estocada tras pinchazo cerró su tarde, que había comenzado con un primer turno ante un toro soso y deslucido.

Fernando Robleño, en el año de su despedida de los ruedos, cumplió con oficio en sus dos turnos. El primero, muy alto y manso, permitió algunos naturales sueltos gracias al trato suave del veterano espada. El cuarto fue directamente infumable: corto, rebrincado y sin un pase. Pese al respeto inicial del público, su lote fue tan ingrato que nadie le echó cuentas.

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