2ª FERIA DE SAN MIGUEL
Daniel Luque lo dijo al natural
Una oreja paseó el de Gerena de la floja corrida de Garcigrande. Borja Jiménez dio una vuelta al ruedo y Talavante fue silenciado.
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Manuel Viera
No vamos a descubrir a estas alturas la técnica superior de Daniel Luque. La ha ofrecido tanto como su toreo en tantas tardes de esta temporada que colea que es uno de los llamados a presidir uno de los lugares de honor en este su año inconmensurable. Fue el resultado de la imposición de la técnica y de hacerlo de forma muy auténtica hasta conseguir la explosión de toreo al natural ejecutado al quinto de la tarde. Un toro con la fuerzas justas, con tendencia a marcharse al amparo de la tablas, con el que hizo surgir el entusiasmo. Y así fue, capaz de controlar las cambiantes embestidas hasta acabar con un toreo de izquierda de hondo calado, impecable en el aspecto técnico, hondo e hilvanado.
Ver torear así supuso asistir a un espectáculo de contagioso gozo. Podría escribirse acerca del efecto que provoca, de la precisión del trazo de mano izquierda, de la colocación, de los terrenos que pisa, de la total entrega… cuando en realidad debería hablarse de su talento, de su valor y de su verdad. De la manera contundente de ver y hacer el toreo. De unas formas para el disfrute y satisfacción.
La calidad de la faena a su segundo toro fue muy elevada, quizás lo más interesante fuese ese ramillete de hondos naturales que se fundieron con buenos pases de pecho. En todo caso, el toreo irrumpió con la izquierda. Un toreo basado en su poder antes las cambiantes embestidas. Fueron naturales impactantes en una faena de menos a más basada en su inteligencia privilegiada y en su habilidad esencial para convertir la lidia en un toreo excepcional. Entró la espada casi hasta su final para apuntalar la merecida oreja.
También complicado, por encastado, fue el segundo de Garcigrande. Luque prologó con la derecha una lidia de momentos interesantes. Un toreo muy propio e inconfundible de gran fuerza expresiva por su temple y ligazón. Un toreo de mano baja, largo, hondo, rematado, conseguido con una capacidad soberbia. No fue igual con la izquierda, por lo que optó por unas luquesinas antes de la estocada. Dos descabellos malograron el posible apéndice.
Pocos como Borja Jiménez dicen el toreo de manera tan viva, sincera y desesperadamente verdadera. Pocos como él nos hacen ver tan claramente la ortodoxia del lidia. Lo suyo es el valor real, la afirmación rotunda y llamativamente espectacular de una tauromaquia para admirar. El tercero fue un toro con genio en sus acometidas encastadas. El diestro de Espartinas, tras intentos vanos con el capote, prologó faena con pases cambiados por la espaldas con acostumbrado ajuste y, de inmediato, surgió el natural que intercambió con hondos muletazos diestros. Faena desigual, con altibajos, que vino a menos por la complicaciones de las embestidas. Un espedazo le bastó para tumbar al toro sin puntilla. Pese a la petición el palco ocultó el pañuelo de la concesión de oreja.
El sexto fue un toro sin la mínima calidad en sus acometidas. Un toro a la defensiva al que Borja le echó valor y enormes ganas. Todo resultó ineficaz. Incluso acortó las distancias en un intento de hacer el toreo diestro. Seguridad en sí mismo y poco más. La estocada le bastó para mandarlo al desolladero.
Todo lo que intentó hacerle Alejandro Talavante al primero de la tarde careció de una mínima emoción. Tuvo nobleza el toro de Garcigrande, pero su falta de fuerzas le hizo claudicar en los prolegómenos de faena. Con la espada lo fulminó.
El descastado sexto se lastimó una pata delantera en el transcurso de la lidia. El extremeño dibujó tres naturales de bonito trazo y algún que otro pase diestro con gusto. Muy poco. Casi nada. Con una estocada tendida lo finiquitó