El presentador de Mediaset, Jorge Javier Vázquez, se ha sincerado en su blog de 'Lecturas' sobre cómo está atravesando estos días posteriores al fallecimiento de su compañera y amiga, Mila Ximénez. En este sentido, el periodista ha querido dedicar sus líneas a la que ha sido una de sus manos derechas en los últimos años y con la que ha compartido infinitos momentos y emociones en el plató de 'Sálvame'.

Han sido momentos duros para el presentador que también se han traducido en el plató de Telecinco, donde los homenajes y los recuerdos hacia la periodista y colaboradora se han repetido en más de una ocasión. Pero, aparte de la marcha de Mila Ximénez, el reconocido presentador ha tenido que hacer frente a otra despedida del núcleo más cercano a Mila Ximénez.

Se trata de Alba Santana, la única hija de Mila Ximénez, que decidió acudir a la vivienda del presentador para despedirse pocas horas antes de regresar a Holanda junto a su familia. Este hecho ocurrió el pasado sábado y el presentador lo ha querido contar en la revista 'Lecturas'.

"No paramos de hablar de su madre. Recordamos los rebotes que se cogía y nos partimos de risa. Qué se le va a hacer". ha explicado el presentador con relación a cómo fue el encuentro con Alba antes de que está marchase a Holanda con las cenizas de su madre, cumpliendo así una de las últimas voluntades de Mila.

La dura despedida de Jorge Javier de la hija de Mila Ximénez

También quiso detallar cuál fue el contenido de la conversación, donde los buenos recuerdos fueron protagonistas: "Solo aparecen en nuestra conversación esos recuerdos tan propios del carácter de Mila, que era única por exceso y por defecto. Cuando era feliz era la más feliz del mundo, pero cuando se sentía desdichada se ponía muy graciosa de tan dramática”. Además, habla de como Mila Ximénez nunca fue ni una abuela ni una madre al uso. “Demostró que se puede ser buena madre de distintas maneras".

En este sentido, Jorge Javier Vázquez quiso también destacar lo importante que era Alba para su madre: "Por Alba sentía adoración. La admiraba. Disfrutaba muchísimo contándonos cosas de cuando estudiaba en Suiza o de lo feliz que la veía viviendo en Ámsterdam con su marido y sus hijos. Alba era para Mila un punto de apoyo importantísimo. Era la que tenía sentido común cuando Mila lo perdía".

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Por último quiso señalar que sintió un gran vacío con su marcha, ya que después de la muerte de Mila también tenía la sensación que perdía a Alba de una manera u otra: "Se me encogió un poquito el corazón cuando me despedí de Alba, porque entendí que, en cierta medida, también la perdía un poco. Estaba muy al tanto de su vida gracias a Mila".