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Eurovisión celebra este jueves su segunda semifinal con Flo Rida y sin Islandia

El sonido de los ochenta recubre algunas de las candidaturas de una eliminatoria en la que siete países quedarán apeados de la final

Eurovisión celebra este jueves su segunda semifinal con Flo Rida y sin Islandia
Javier Escartín
@javierescarting

Coordinador digital del Grupo COPE

Enviado especial a Róterdam (Países Bajos)

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 04:25

Y el coronavirus hizo acto de presencia en Eurovisión. Los peores temores de la organización se cumplieron este miércoles con el positivo confirmado de uno de los integrantes de Daði og Gagnamagnið, la banda islandesa que parte como una de las favoritas para el triunfo en esta edición. Un miembro de su delegación ya había resultado contagiado y puesto en aislamiento el pasado fin de semana, mientras el resto del equipo había dado negativo. Sin embargo, justo en el arranque de los ensayos de la segunda semifinal, el nuevo positivo daba al traste con sus esperanzas. Un zarpazo que recuerda que el virus sigue ahí, y que ni el protocolo sanitario más severo lo detiene.

Pese a todo, la segunda semifinal del festival - que se celebra este jueves a las 21.00h. - sigue adelante puesto que el plan del concurso contempla que si un país no puede actuar en directo se emitirá uno de los ensayos realizados en los días previos. Con la clasificación de Daði og Gagnamagnið casi asegurada, sólo queda por saber si el ritmo electrónico de su “10 Years”, una fusión de lo retro y freak con una estética de videojuego ochentero, puede mantenerse como una de las opciones más fuertes en el festival o si no poder defender su actuación en directo será un lastre para un país que persigue su primer triunfo eurovisivo.

En una semifinal más floja que la primera en cuanto a nivel musical, destacan especialmente las propuestas de Suiza y Bulgaria. Gjon's Tears, representante suizo, hereda la magia de Duncan Laurence (2019) para ofrecer una interpretación muy sólida de “Tout l'universe”, conocida en España de forma sobrada por ser la pieza principal de la docuserie sobre Rocío Carrasco que emite Mediaset. Con los puntos españoles en el bolsillo, el suizo escapa del clasicismo para ofrecer una puesta en escena vanguardista, muy estudiada en cuanto a la realización y con el seguro de la voz portentosa del joven intérprete. Por su parte, la búlgara Victoria – que también cantó en el mismo programa – protagonizará la actuación más lacrimógena de la noche al hablar sobre su padre, recién diagnosticado de ELA. Junto a un retrato de ambos, la cantante parece situarse al borde de un acantilado mientras una columna de arena cae constantemente como metáfora del paso del tiempo. En un ambiente melancólico y triste, Victoria apela a la sencillez para transmitir ese mensaje de dolor del que carece la escenografía española pese a ser del mismo autor.

UNA FIESTA DE LOS 80

Frente a la nostalgia desbordante de Suiza y Bulgaria, la fiesta vendrá protagonizada por apuestas tan diversas como las de San Marino, Serbia, Moldavia o Dinamarca. El microestado europeo tira de billetera para garantizarse la presencia del rapero internacional Flo Rida, que acompañará a Senhit en el escenario para abrir el show con exceso de “Adrenalina”. El norteamericano, autor de megaéxitos como “Whistle” o “Low”, se convierte en el principal reclamo de una candidatura muy bien armada y que puede darle a San Marino el segundo pase a la final de su historia. Las serbias Hurricane tendrán que defender el orgullo balcánico tras la eliminación de Croacia, Eslovenia o Macedonia en la primera semifinal a través de “Loco Loco”, un petardeo refinado y sexy que sumergirá al Ahoy de Róterdam en una enorme discoteca. El exceso serbio contrasta con la sobriedad de la moldava Natalia Gordienko, que le pone menos azúcar del que dice el título de su canción para protogonizar una actuación más bien descafeinada y añeja.

Los ochenta serán una temática recurrente en las canciones de esta segunda semifinal. Y no sólo por Islandia. Polonia ofrece un desfasado tema pop acuñado por una melodía plana y carente de originalidad que se recubre con una puesta en escena manida y poco efectiva. Todo lo contrario que Grecia, puesto que su cantante Stefania juega con un croma gigante para que sus bailarines dancen a su alrededor como hombres invisibles. Una propuesta transgresora e inédita, pero tal vez no resuelta a la perfección. Dinamarca, mientras, explota al máximo esta nostalgia ochentera con Fyr og Flamme, evocando el pop danés más añejo donde no se pierde la oportunidad de usar el sintetizador.

Con muchas dificultades para pasar se encuentran el checo Benny Cristo, la letona Samanta Tinam el estonio Uku Suviste o el georgiano Tornike Kipiani, mientras que las casas de apuestas creen que el “Amen” del austriaco Vincent Bueno, la mezcla de pop y folklore albanés de Anxhela Peristeri y el rock metal de la banda finlandesa Blind Channel se harán con el deseado pase a la final junto a la propuesta portuguesa de The Black Mamba, la primera íntegramente en inglés para el país luso en el festival de Eurovisión.

El representante español, Blas Cantó, también tendrá su minuto en esta semifinal para presentar “Voy a quedarme”. Los espectadores europeos podrán ver por primera vez un fragmento de la actuación que el murciano replicará en la gran final del próximo sábado 22 de mayo. De momento, a Blas le toca esperar para conocer quiénes serán todos sus rivales en dicha cita.

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