La telefonofobia o cuando llamar por teléfono nos parece imposible
8 de cada 10 jóvenes sienten ansiedad hacia las llamadas de móvil

Telefonofobia: 8 de cada 10 jóvenes sienten ansiedad hacia las llamadas de móvil
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En plena era de mensajes de texto y de los audios, 8 de cada 10 jóvenes siente ansiedad hacia las llamadas telefónicas. Es algo que afecta tanto a las relaciones personales como a la vida profesional. Viene motivado tanto por la eficiencia de la comunicación escrita como por el temor a la improvisación o a ser considerados intrusivos. Hablamos de la telefonofobia, tiene consecuencias y se puede superar mejorando las habilidades comunicativas.
“Yo soy de podcast. Mando audios muy largos a mis amigas porque prefiero eso a tener que llamar por si no te cogen o no es un buen momento. La verdad es que no llamo ni a Telepizza. En el caso de que tenga que contar algo muy importante a una amiga la contacto por Facetime para ver sus reacciones, pero lo que suelo hacer casi siempre es enviar un audio largo. Llamar por teléfono solo en el trabajo y si no queda más remedio”, explica a COPE Paula San Pedro de 22 años.
El problema es cuando llamar nos genera ansiedad y sentimos estrés al responder a una llamada y pasamos del temor a que nos juzguen negativamente a desarrollar una fobia.
“Está muy relacionado con lo que en términos psicológicos se conoce como ansiedad de evaluación, el creer que no se va a expresar bien, que el interlocutor no nos va a entender o que nos va a juzgar negativamente, todo genera un nivel de ansiedad elevado y se convierte en evaluación fóbica que nos empuja a evitar las llamadas o a acortarlas al máximo”, asegura la doctora en Psicología por la Universidad Complutense, Vanessa Fernández.
Es una tendencia en la comunicación que va a más en la población general pero la telefonofobia es más común en adolescentes y jóvenes, hasta el punto que "estamos ante una generación muda" señala esta psicóloga y autora de “Padres que echan humo. Cómo sobrevivir a los hijos adolescentes".
Con textos y audios buscamos ahorrar tiempo y no ser invasivos
No entrometernos en la vida de los demás o contactarles en un momento inoportuno es junto a la eficacia de la comunicación escrita lo que esgrimimos para minimizar las llamadas telefónicas que hacemos. Para el 81 por ciento de los jóvenes siente ansiedad antes de hacer una llamada telefónica y un 75 por ciento considera que recibir una llamada es una intrusión innecesaria que “consume demasiado tiempo”, según el estudio “Generation mute, millennials phone call statistics” de BankMyCell.
“El tema de tener WhatsApp facilita mucho las cosas a la hora de comunicarte con la gente. Me resulta mucho más sencillo que llamar y para mí equivale a una llamada. Cuando empecé a trabajar llamar por teléfono me generaba estrés y prefería los mensajes de WhatsApp pero conforme ha ido pasando el tiempo me he dado cuenta de que con una llamada telefónica eres más capaz de comunicar ideas y de avanzar en los proyectos profesionales”, asegura Marcos Cantero de 24 años.
Para Ferran Lalueza, coautor del informe “La generación muda: por qué los millenials no cogen el teléfono” “para muchos, el correo o el WhatsApp son zonas de confort. No tienes que improvisar, puedes borrar antes de enviar y, sobre todo, no tienes que hablar. Es una forma de protegerse ante la inseguridad en las habilidades comunicativas”.
Algunos lo ven como un choque generacional pero otros creen que ya estamos ante un problema social que afecta a habilidades esenciales que nos diferencian de las máquinas como la comunicación oral, la empatía o la persuasión.
Consideran que refugiarnos sistemáticamente en lo escrito o sentir pánico a no saber sostener una conversación no es algo a lo que llegamos solo por falta de práctica sino también por falta de entrenamiento social y emocional.
“Con un mensaje de WhatsApp solo llega el 7 por ciento de lo que podemos comunicar. Se pierde, por tanto, el 93 por ciento de información relevante. Es útil para mensajes transaccionales por ejemplo el sitio y la hora a la que hemos quedado, pero no para trasladar aspectos emocionales. La expresión facial y corporal son un 55 por ciento de la comunicación y el 38 por ciento restante lo transmitimos con la voz por medio del tono y del volumen que son esenciales así como la posibilidad de interactuar que tampoco resuelven los mensajes de audio” explica en COPE Tamzin Townsend, directora de teatro, experta en comunicación y cocreadora de la metodología Beliquid.
¿Qué perdemos cuando dejamos de llamar?
Evitar llamar por teléfono tiene consecuencias: “la pérdida de oportunidades profesionales por no ser capaz de hacer esas llamadas, el ser visto negativamente por no llamar cuando toca y, a nivel personal, supone la pérdida de autoestima al constatar que no podemos llevar a cabo una tarea aparentemente simple. Es algo que interfiere en nuestra vida cotidiana y que también afecta a nuestra esfera privada, se reduce la calidad de las relaciones sociales y sentimos aislamiento, soledad y frustración”, señala Fernández.
Para Townsend, el problema de la falta de interactuación social se reforzó en la pandemia y no se limita al teléfono: “vamos con los cascos puestos todo el día, no queremos escuchar, ni comunicar directamente con la gente, nos aislamos y vivimos en nuestra cabeza sin darnos cuenta de lo que pasa con el resto del cuerpo y con los demás. No escuchamos la vida que hay a nuestro alrededor y nos parece de mala educación que nos saluden o nos pidan una información cuando vamos escuchando otra cosa”.
Para esta experta en comunicación, es algo terrible porque somos seres sociales, de tribu, que hemos aprendido de y con los otros y este aislamiento creciente es “negar una parte crucial de lo que somos”. Es irónico, subraya, que cuanto más conectados parecemos estar, más nos desconectamos, en realidad, del mundo que nos rodea.
¿Hay posibilidades de darle la vuelta a esta tendencia?
La tensión de la instantaneidad, la elección correcta de las palabras o la presión de caer bien al interlocutor son una batalla difícil de lidiar unida a la posibilidad de molestar y a la acuciante falta de tiempo en nuestro día a día hacen tentadoras las nuevas formas de comunicación y que muchos renuncien incluso a descolgar el teléfono, en concreto, el 23 por ciento de los jóvenes den entre 18 y 34 años según el estudio de BankMyCell llevado a cabo en el Reino Unido.
Tanto que, para Townsend, “no hay vuelta atrás y es una pena porque limitar la comunicación oral nos empobrece, estar cada vez más en nuestro universo nos impide estar abiertos a las sorpresas que la vida nos puede deparar por ejemplo a conversaciones con desconocidos que pueden resultar enriquecedoras”.
Fernández también considera que la tendencia, también en la población general, es a hablar cada vez menos por teléfono. Es algo, afirma, que se está extendiendo y que adquiere nuevas formas que arrancan, de nuevo, con los más jóvenes.
Prueba de ello es que el último método es el de comunicarse por fotos o vídeos cortos. Se trata de enviar una imagen efímera en aplicaciones como WhatsApp o Instagram con una foto que desaparece después de ser vista. Es una alternativa a los textos, audios o llamadas para expresar ideas e interactuar.
“Mis hijas me envían vídeos de TikTok y quieren que yo interprete el mensaje que me quieren transmitir. Muchas veces realmente no entiendo lo que me quieren decir y les pido que me llamen o las llamo para que me expliquen”, señala Townsend.
La telefonofobia se puede prevenir y tiene tratamiento
Evitar bloquearnos ante una llamada telefónica es algo en lo que es posible educar a nuestros hijos. La educación es la mejor forma de prevenir la telefonofobia: “decirles que a los amigos hay que llamarles por teléfono y que nos vean también hacerlo, pasarle a los familiares para que hablen con ellos o pedirles que hagan gestiones telefónicas fomentan el que se sientan más cómodos a la hora de llamar o de recibir llamadas”.
Y todo porque la telefonofobia puede limitarnos bastante en la vida diaria y porque no es agradable experimentar síntomas como sudoración, temblores, taquicardia, náuseas o incluso pánico tan solo con la anticipación de una llamada. Si esto nos ocurre lo mejor es acudir a un especialista.
“Cuando la fobia ha aparecido lo tratamos con técnicas de exposición gradual a la situación temida empezando con amigos y luego con otro tipo de relaciones, también abordamos tu auto diálogo interno que te dificultan hacer esa llamada y técnicas de relajación para enfrentarse a la situación temida”, explica Fernández.
Cuando lo que tenemos es un bloqueo por no saber cómo reaccionar en el momento de descolgar el teléfono o qué decir cuando hacemos una llamada o en otro tipo de interacción social, Townsend recomienda hacer una pregunta para que el peso de la comunicación recaiga más sobre nuestro interlocutor, respirar profundamente, escuchar, conectar y avisar con buenas maneras y desde que hacemos la llamada, si es el caso, de que tenemos un tiempo limitado.