El Servicio Jesuita a Migrantes (SJM) cree que el actual sistema de acogida acarrea dificultades "desde mucho antes" de la pandemia y propone un modelo donde predominen los centros de pequeñas dimensiones y los grandes sean para situaciones excepcionales, primera acogida, identificación y derivación de los inmigrantes.

Lo plantea en el informe "Enfocar la mirada: hacia un modelo de acogida integral que ponga en el centro a las personas", que ha publicado este jueves y en el que sostiene que el impacto de la COVID-19 ha redundado en una mayor desprotección y vulnerabilidad de las personas refugiadas y profundizado las deficiencias estructurales del sistema de asilo.

El modelo de acogida hacia el que debe encaminarse España, según el SJM, debe ser "estructurado", "planificado", "flexible", con una "mirada integral" del fenómeno migratorio, pero que dé una respuesta diferenciada a las necesidades individuales de los solicitantes de asilo, ya que generaría procesos "eficientes y exitosos".

El actual sistema se caracteriza "por una excesiva burocracia y rigidez en la toma de decisiones y de justificación de pasos que se dan" en relación a los itinerarios de los beneficiarios, lamenta el SJM, que considera que su regulación tiene que incluir "necesariamente" una norma que desarrolle reglamentariamente "la letra pequeña de la acogida".

Para realizar esas intervenciones personalizadas, los jesuitas recomiendan que los centros de acogida sean de pequeñas dimensiones para que se pueda vivir "en un ambiente que reproduzca escenas familiares", y plantean que se utilicen "excepcionalmente" instalaciones de mayor tamaño.

De ese modo, perfiles con distintas necesidades se mezclarían "de manera transitoria" en esos grandes centros de acogida, donde, en cualquier caso, deben cumplirse "escrupulosamente" los estándares europeos de condiciones materiales de acogida.

Apuesta además el SJM por un modelo participativo y consensuado en el que tejido comunitario sea un eje fundamental para que los inmigrantes participen de la vida local en el contexto en el que se ubiquen, desde los servicios municipales de atención social, asociaciones de vecinos y ONG, hasta centros de culto religioso.

"Un sistema de acogida de personas solicitantes de protección y refugiadas no debe ser analizado o diseñado como un compartimento estanco, sino como un elemento nuclear de una política de estado que genere vías legales y seguras a los flujos migratorios y de respuesta ágil a necesidades de acceso al procedimiento de protección internacional", concluye el informe.