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La increíble historia de David Dushman, el último libertador de Auschwitz

Fue un soldado soviético participante en la liberación del complejo de Auschwitz. De origen judío, tras la guerra ejerció como entrenador olímpico de esgrima. Murió a los 98 años

Una imagen del campo de concentración de Auschwitz

ADAM KACZKOWSKIEFE

David Ferreiro

Tiempo de lectura: 3'Actualizado 14:59

David Dushman, conocido por ser, según se cree, el último libertador del campo de concentración de Auschwitz con vida, falleció el pasado sábado día 5 a los 98 años de edad en la ciudad de Múnich, Alemania, según informó el diario Abendzeitung.

Su historia es casi de película desde sus primeros pasos. Según su documentación, Dushman habría nacido en Minsk, la capital de Bielorrusia, pero sus orígenes en realidad se sitúan en lo que hoy es la ciudad polaca de Gdansk, ya que según recogió The New York Times su madre modificó su lugar de nacimiento por motivos políticos.

Dushman tenía orígenes judíos, quizá uno de los motivos que lo llevó a enrolarse en el Ejército Rojo, formando parte de los combatientes que, en enero de 1945, derribaron las vallas del conocido campo de exterminio para liberar a los prisioneros, a los que alimentaron e hidrataron nada más llegar.

Con solo 21 años y montado en su tanque T-34, fue uno de los encargados de poner fin al terror ocucurrido en el lugar tras tirar abajo una de las vallas electrificadas que delimitaban el terreno, salvando así miles de vidas.

Tan solo cuatro años antes se había incorporado a las filas de las fuerzas soviéticas, justo después del comienzo de las operaciones de invasión de la URSS por parte de las milicias nazis.

Durante su carrera militar participó en las batallas de Kursk y de Stalingrado, dos de los enfrentamientos más sangrientos de todo el conflicto, y formó parte de un cuerpo blindado de 12.000 soldados, de los cuales solo 69 de ellos consiguieron sobrevivir a la guerra.

Uno de ellos fue David Dushman, que sin embargo tuvo que pagar su peaje para ello, ya que durante el conflicto fue herido de gravedad, motivo por el cual se le extirpó parte de un pulmón, algo que no le impidió hacer una vida más o menos normal.

Cuando finalizó el conflicto armado, se convirtió en entrenador de esgrima de la selección femenina de la URSS, disciplina deportiva en la que ya destacaba desde años antes, pero en la que nunca llegó a competir en los Juegos Olímpicos.

Sin embargo, en la máxima cita internacional sí participarían sus pupilas, a las que dirigió durante casi 40 años. Así, entre 1952 y 1988 fue el entrenador encargado del equipo de esgrima femenino de la URSS, con el que consiguió varios éxitos, al ayudar a varias de sus atletas a colgarse no solo varias medallas olímpicas, si no también diversos mundiales.

Pero a lo largo de su trayectoria deportiva, también tuvo que experimentar otro momento horrible, como fue la Masacre de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, cuando once miembros del equipo olímpico israelí fueron secuestrados y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro, vinculado con el ala más extrema de la liberación armada de Palestina.

Un ejemplo de superación

Su origen judío también le llevó a sufrir, junto a su familia, la marginación, la exclusión y el rechazo existente en la propia Unión Soviética.

De hecho, su padre, que era médico de profesión, fue una de las víctimas de las purgas soviéticas, muriendo en un campo de trabajo en el norte del país.

Quizás ese terrible episodio fue otra de las motivaciones que le llevaron, años después, al campo de batalla, donde protagonizaría los hechos que más tarde narraría en diversas charlas.

Su testimonio y sus recuerdos tienen un gran valor histórico, al ser uno de las pocas personas contemporáneas que podían contar, desde su propia experiencia, cómo fue la Segunda Guerra Mundial y los horrores que trajo consigo el conflicto armado.

De hecho, tras poner el punto y final a su trayectoria como preparador olímpico, era un habitual en las escuelas e institutos de Munich, donde impartía charlas.

En la ciudad germana vivió los últimos 25 años de su vida, siendo una persona respetada y reconocida por su gran labor, que además le llevó a recibir múltiples medallas a lo largo de su trayectoria.

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