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¿Cómo saber en qué estado se encuentra la carne? Esto es lo que debes saber sobre sus colores

Azul, gris, verde, rojo... la carne posee gran variedad de tonalidades y cada una implica un estado diferente. Te contamos qué significa cada una

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La carne es, sin lugar a dudas uno de los alimentos imprescindibles en la mayoría de personas de nuestro país. Un alimento delicioso que aporta la cantidad suficiente de nutrientes que nos permita desarrollar nuestra dieta de manera completa. Proteínas de todo tipo, vitaminas de la clase B, e incluso una importante cantidad de hierro; pasando por diversos minerales como el zinc, el potasio o el selenio.

En definitiva, incluir en nuestra dieta diferentes tipos de carne, resulta una fuente energética única que, a todo el apasionado de este mundo, le genera una sensación única cada vez que se la lleva a la boca. Sin embargo, uno de sus inconvenientes es la fugacidad del propio producto. Por ello, hoy vamos a intentar aclarar ciertas dudas sobre la facilidad con la que la carne se pasa y por qué debemos tener especial cuidado cada vez que tratemos con estos alimentos.

Una de las características más básicas que aparece en el producto es su color rojizo, cuando hablamos del vacuno. Este pigmento se asocia a la mioglobina, que es una proteína relativamente pequeña constituida por una cadena polipeptídica de 153 residuos aminoácidos y por un grupo hemo que contiene un átomo de material ferroso. Su función principal, entre otras, es la de almacenar oxígeno.

Cuando este aire se almacena, termina uniéndose a la mioglobina, y esta fusión, da lugar a la creación de un nuevo compuesto químico denominado oximioglobina. Esta es la responsable de que el tono que adquieren las piezas de carne de vacuno más frescas acojan esa tonalidad enrojecida que tan apetecible luce para los amantes de los productos carnívoros.

Sin embargo, la fugacidad del buen estado de este producto, nos obliga a todos a conocer los detalles más profundos de la carne, con el objetivo primordial de evitar cualquier tipo de susto y de prevenir algún caso de contaminación alimenticia. Si por ejemplo, nos encontramos con una pieza que ha adquirido un tono azulado, grisáceo o verdoso, lo principal que debemos hacer es sospechar, puesto que es más que probable que el producto se encuentre caduco y pasado, por lo que resultaría imprescindible prescindir de ella.

En estos casos es bastante frecuente que, además de la evidencia visual, nos encontremos con otro tipo de síntomas que evidencian la necesidad de prescindir de esa carne. Algunas de estas características pueden ser el olor, que en caso de que se haya estropeado, pasará a ser ácido, agrio y desagradable. Por otro lado, la textura sería viscosa y pegajosa. En cualquier caso, las señales siempre son bastante evidentes.

La variedad del colorido no siempre implica pérdida del producto

En muchas ocasiones, un cambio de color en cualquier tipo de carne lo relacionamos con una hipotética pérdida de la calidad del producto, o incluso que haya llegado a estropearse, pero esto no siempre es así, hay casos en los que se producen ciertas excepciones, y hay dos en concreto en las que solemos caer erróneamente.

Estos dos supuestos son los que incluyen la carne de ave y la carne de cerdo; en general productos derivados de las conocidas como carnes blancas. En muchas ocasiones el pollo o el pavo entre otros, tienen a cambiar su tonalidad al color azul y esto no tiene por qué significar pérdida del producto. Por otro lado, el cerdo tiene tendencia a pasarse al gris.

En ambos casos se puede sospechar que la carne se ha oxidado o se ha caducado, pero eso no es cierto. El principal aspecto que debemos destacar de estas piezas es su olor, ya que es ahí cuando realmente detectaremos el estado de cualquiera de estos productos.

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