1 de cada 4 españoles desperdicia comida en Navidad

Al año acaban en la basura 7,7 millones de toneladas de alimentos

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1 de cada 4 españoles desperdicia comida en Navidad

Redacción digital

Madrid - Publicado el - Actualizado

6 min lectura

España desperdicia cada año 7,7 millones de toneladas de alimentos. Es el séptimo país europeo en el que más comida desechamos. En Navidad con las celebraciones con familiares y amigos es cuando más alimentos tiramos. El 26 por ciento de los españoles desperdicia comida durante estas fechas y 1 de cada 3 tiran más alimentos que en cualquier otro momento del año. Y es que el 40 por ciento del desperdicio alimentario en nuestro país lo generan los hogares.

Son datos de un reciente estudio de la aplicación To Good to Go y coinciden con la entrada en vigor de la nueva Ley contra el desperdicio alimentario que obliga a las empresas de la cadena alimentaria (productoras y distribuidoras) a tener un plan de prevención contra el desperdicio alimentario, e impone multas de entre 2.000 y 500.000 euros para quienes no dispongan de este tipo de planificación.

Donación y caducidad de los productos, claves para contener el desperdicio

Desde hace una década, en muchas empresas empezaron a generalizarse prácticas para reducir el desperdicio alimentario que ahora incluye la ley, especialmente la donación de alimentos y regular sus fechas de caducidad.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación las empresas deben autodiagnosticar sus procesos productivos, identificar dónde se producen las pérdidas de alimentos y fijar medidas para minimizarlos, como llegar a acuerdos con ONGs o bancos de alimentos para donar. Si no pueden donar, deben enviarlos a otras empresas que lo puedan utilizar o a industrias para transformarlos en compost.

Por otra parte, ‘‘cuando está próxima la caducidad de un producto, muchas tiendas reducen el precio un 20-30% para evitar el desperdicio. También hay aplicaciones para adquirir pacs de alimentos con fecha de consumo próxima’’, explica Víctor Martín Cerdeño, profesor de la Facultad de Económicas de la Universidad Complutense de Madrid.

A este respecto, la ley indica que el Gobierno y las Administraciones adoptarán medidas para ajustar la fecha de caducidad de los productos. ‘‘Llevamos diez años con el debate de si se deben ampliar las fechas de caducidad, aunque es un tema que compete a la Unión Europea. A lo mejor una modificación de esas fechas puede ayudar a modificar el desperdicio’’, explica María Martínez-Herrero, responsable de medio ambiente en Asociación Española de Distribuidores, Autoservicios y Supermercados (ASEDAS).

‘‘La finalidad de estas medidas es un menor impacto en la cuenta de resultados de las empresas y mayor eficiencia en las actividades que desarrolla’’, explica Víctor Martín. Además, asegura que son ‘‘una serie de estrategias con las que los establecimientos llevan años aminorando el desperdicio alimentario, pero también lo hacen para posicionarse bien en otros aspectos’’.

María Martínez-Herrero explica el concepto de la triple sostenibilidad: ‘‘por motivos sociales (si hay gente con necesidades, no se les puede dejar de lado), medioambientales y económicos (ahorrar recursos naturales para producir alimentos, y con ello dinero)’’.

En cuanto a los restaurantes, están obligados a facilitar al consumidor a llevarse la comida que no se terminen (excepto en los servicios de buffet) y sin coste adicional. Se trata de una práctica que lleva años siendo opcional. Pero no es la única estrategia de estos negocois para contener el desperdicio alimentario. Inés Martínez, del restaurante Zara de Madrid explica otros factores: ''Comprar las cantidades que por experencia sabemos que vamos a utilizar. También ofrecemos raciones y medias raciones para que sea más fácil ajustar lo que uno va a tomar. Para eso nuestro personal orienta, sobretodo a los grupos que piden muchos entrantes y luego plazos principales. En ese caso ofrecemos medias raciones o una pequeña cantidad, para luego ir incrementando si tienen apetito''.

Valoraciones de la ley

Martínez-Herrero, Además, asegura que ‘‘ante la nueva ley y una futura directiva europea, estamos preparados. Hasta ahora ha habido autorregulación, ahora viene la regulación’’.

‘‘No hay medidas estandarizadas, cada tienda aplica las más convenientes según su modelo de negocio, como hacer pedidos personalizados. Esto permite medir muy bien qué se vende de un año a otro y tener un mejor control’’, explica Para Héctor Barco, ambientólogo y miembro de la ONG Enraíza Derechos.

A su juicio, ‘‘la ley era inicialmente más abiciosa pero en su redacción final ha quedado más diluida y el impacto en cuanto al consumidor va a ser muy pequeño, es ‘hacer algo para no hacer nada’. Podemos pensar a nivel ciudadano que estamos haciendo algo porque se ha hecho una ley, pero no se están dando cambios sustanciales. Sí, hay más facilidad para recoger las sobras de los restaurantes, se venden productos ‘feos’, como verduras o frutas un poco pasadas, pero vendibles, pero no son cambios profundos’’.

Por otra parte, para Víctor Martín, ‘‘es una ley que busca un avance en esta cuestión tan compleja, con cuestiones sobre las que son difíciles de acotar y regular. En muchas ocasiones la lucha contra el desperdicio alimentario se mueve sobre recomendaciones y buenas prácticas. Pero es un buen punto de partida para que los agentes de la cadena alimentaria incluyan las medidas en su estrategia’’.

Los hogares, el principal objetivo contra el desperdicio

3 de cada 4 hogares desperdician comida. El 80% de la comida tirada a la basura son productos sin utilizar, sobretodo frutas, hortalizas y lácteos. Y las recetas más desperdiciadas son legumbres, cocidas, sopas y purés. Los consumidores suponen el 40% del desperdicio total, pero la ley no les obliga a nada. En todo caso, se indica a las propias empresas y administraciones realizar medidas para concienciar y sensibilizar.

Algunos ciudadanos entrevistados a pie de calle comparten sus estrategias: ‘‘El punto débil en mi casa son las verduras. Cuando empiezan a pocharse, hago un puré’’, explica Alonso, que vive solo. ‘‘Ahora en Navidad, para no desperdiciar comida, cuando voy a casa de mi abuela, mi madre y mi suegra llevo tupper. Así ayudo a no tirar comida y eso que me ahorro en casa’’, comenta Enrique, hijo de familia numerosa. ‘‘Compro de forma racional, pero si se compra de más por una oferta, se congela’’, señala Mamen, que es ama de casa. ‘‘Cuando me sobra algún trozo de pastel lo llevo a la oficina, y mis compañeros dan buena cuenta’’, idea María, empleada en unos grandes almacenes.

Para Héctor Barco, lo más importante es que todos seamos conscientes de que todos tiramos comida. ‘‘Siempre que hemos hecho un estudio para medir el desperdicio alimentario en los hogares, preguntábamos a las familias si pensaban que ellos tiraban comida, y si tiraban más, menos o igual cantidad en relación a sus vecinos. La mayoría decían que tiraban menos que sus vecinos. Lo he hablado con administraciones: si los ciudadanos no somos conscientes, por mucho que pongamos anuncios de ‘1 de cada 3 kg de comida se tiran’, la reacción de la gente es: ‘¡Vaya los vecinos lo que tiran, pero yo no!’. El gran reto es que seamos conscientes de que todos tiramos comida y se podrán dar cambios y soluciones’’.

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